Monición de entrada
Queridos hermanos, celebramos el Quinto Domingo de Cuaresma; cercana ya la fiesta de Pascua, la celebración litúrgica de hoy es una invitación gozosa a reflexionar sobre el misterio de nuestra vida hecho fecunda por Cristo. El grano de trigo muere pero después se multiplica en nuevas formas de vida.
Con la esperanza de poder nosotros también morir y resucitar con Cristo, dispongámonos a iniciar esta santa misa. De pie, cantamos.
Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
La carta a los Hebreos nos habla de sus «gritos y lágrimas» ante la certeza de su muerte. El evangelio nos recuerda otro momento de «crisis» de Jesús ante la «hora» dramática que ve acercarse, aunque triunfa su voluntad de obediencia al plan salvador de Dios, con la hermosa imagen del grano de trigo que, para dar fruto, tiene que enterrarse y morir.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Jeremías 31, 31-34)
En la primera lectura de hoy, profeta Jeremías habla para una época sumamente trágica de la historia de Israel. Los acontecimientos han superado las peores predicciones y el pueblo necesita ahora ser consolado.
Atentos escuchemos esta Palabra.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34
«Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—.
Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días —oráculo del Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: «Reconoce al Señor».
Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande —oráculo del Señor—, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 50)
El autor del salmo 50 hace suyos los sentimientos del profeta Isaías, reconociendo ante Dios la realidad del pecado. Nosotros también clamamos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4, 12-13. 14-15.
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
Monición a la segunda lectura (Hebreos 5, 7-9)
El pasaje que escucharemos de la carta a los Hebreos, subraya con un gran realismo la condición humana de Cristo Jesús, describiendo el modo cómo Jesús ejercitó el sacerdocio: mediante una obediencia extrema.
Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 12, 20-33)
En tres domingos sucesivos se nos presentan -en este ciclo B- otros tantos símbolos expresivos que nos permiten entender mejor el misterio de la Pascua del Señor: el templo que él reedificará en tres días, la serpiente levantada que cura a quien le mira con fe, y hoy el grano de trigo, una imagen muy conocida en el mundo rural de Palestina, con la que Jesús nos explica el sentido de su misión, muerte y resurrección. Preparémonos para escuchar esta Palabra.
Oración de los fieles
Al Señor que ha obrado maravillas y sigue estando grande con nosotros, nos dirigimos con la esperanza de un futuro mejor para todo el mundo. Responderemos todos: «Dios de la vida, escúchanos»
- Para que el papa, obispos y sacerdotes sean fieles a su ministerio y que, conscientes de la misión que Dios les ha confiado, sean hombres de misericordia y de perdón, rectos en el actuar y amantes del bien a favor de todo el pueblo de Dios. Oremos.
- Por quienes ostentan el poder sobre la tierra, para que el perdón y la misericordia se impongan al espíritu de egoísmo y venganza. Oremos.
- Para que todos aquellos que sufren la esclavitud del pecado puedan recorrer el camino del grano de trigo y morir a sí mismos para resucitar con Cristo. Oremos.
- Para que todos nosotros descubramos la ley que Dios puso en nuestros corazones y la vivamos a imagen de Jesús. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Presentemos ahora al Señor las ofrendas de Pan y Vino. También entreguémosle nuestro corazón quebrantado y humillado para que él nos lo renueve y podamos así gozar de su gloriosa resurrección. Cantamos…
Comunión
«Oh Dios, crea en mí un corazón puro» hemos aclamado con el salmista. Con ese corazón puro vayamos cantando a comulgar.
Final
Con la Semana Santa cada vez más cerca, vayamos a nuestros hogares a prepararnos con más intensidad para vivir mejor la Semana Mayor, imitando a Cristo, aborreciéndonos a nosotros mismos en este mundo, para guardarnos así para la vida eterna.