Monición de entrada
Queridos hermanos: Bienvenidos a la celebración de la santa misa, ahora ene cuarto domingo de Cuaresma, llamado también «Laetare» (Alégrate), por las primeras palabras del Introito de la Misa, “Laetare Jerusalem” (“Alégrate, oh, Jerusalén”)
El pensamiento central de este domingo es este: Dios quiere salvarnos por amor. Envió a su Hijo al mundo no para condenar sino para salvar. Esta fe en la voluntad salvífica de Dios proclamamos firmemente al comienzo de la celebración.
Comenzamos. De pie, cantamos…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Por amor, Dios perdona al pueblo a pesar de su infidelidad y le permite regresar del exilio, como leemos en el pasaje del libro de las Crónicas. Y tanto amó Dios al mundo que entregó a la muerte a su Hijo para que creyendo en él tengamos vida eterna, dice el pasaje del evangelio. La misma idea recoge el texto de la carta a los Efesios: por amor, cuando estábamos muertos por el pecado, él nos devolvió la vida con la resurrección de Jesús. Atentos escuchemos este mensaje.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Cro 36, 14-16. 19-23)
El autor del libro de las Crónicas interpreta el gran desastre de la cautividad
del pueblo en Babilonia como castigo de sus pecados y nos da una interpretación de la razón de tales castigos. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23
En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén.
El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.
Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías:
«Hasta que el país haya pagado sus sábados,
descansará todos los días de la desolación,
hasta que se cumplan los setenta años».
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:
«Así habla Ciro, rey de Persia:
«El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra.
Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá.
Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Sal 136)
El salmo 136 expresa muy bien los sentimientos que debieron tener, en tierra extranjera, los que todavía se «acordaban de Jerusalén» y de la Ley de Dios, de la Alianza. Nosotros hacemos nuestros esos sentimientos contestando juntos:
Salmo responsorial: Salmo 136, 1-2. 3. 4. 5. 6
R. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R.
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». R.
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R.
Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R.
Monición a la segunda lectura (Ef 2, 4-10)
En la segunda lectura, Pablo habla de la vida y de la muerte con palabras dirigidas a los cristianos del entorno de Éfeso, bautizados de adultos. Comparando el antes y el después del bautismo en esos cristianos puede hablar de muerte y vida. Son palabras aplicables también a nosotros, por eso las vamos a escuchar atentamente.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 4-10
Hermanos:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.
Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.
Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Jn 3, 14-21)
Tras la intervención de Jesús en el templo, que veíamos el domingo pasado, llegamos
al relato del encuentro con Nicodemo. En este cuarto domingo de Cuaresma, vamos a
leer la parte final de ese pasaje: la invitación del Maestro a creer en él para tener vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, Él es rico en misericordia y nos muestra su bondad en Cristo Jesús, en cuyo nombre suplicamos por diversas necesidades. Lo haremos respondiendo todos: Muéstranos tu rostro, Señor.
- Para que la Iglesia en todas partes profundice la acción evangelizadora y realice la misión de reconciliar, siendo fermento de unidad y de paz. Oremos.
- Por todas las naciones, para que vivan en paz, alcancen el desarrollo necesario y todo el mundo experimente días de gracia y salvación. Oremos.
- Para que en nuestro país prevalezca la preocupación sincera por los más necesitados. Oremos.
- Por los que sufren fuertes impactos, sobre todo en su salud, por la pandemia del Covid-19, para que pronto Dios les muestre esa luz al final del túnel. Oremos.
- Para que la Cruz de Cristo no sea para nosotros motivo de curiosidad, indiferencia, o mera compasión, sino la meta cristiana que nos transforme interiormente y nos haga desear la vida divina que Dios nos ofrece. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Llevamos ahora el pan y el vino al altar, dones de la eterna redención, ofrecidos por esta comunidad para la redención del mundo. Cantemos…
Comunión
Cristo nos alienta a recibirle en nuestros corazones para darnos la vida eterna. Acerquémonos a comulgar.
Final
«Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos», nos ha dicho San Pablo. Vayamos a hacer vida esa Palabra con todas las personas con quienes tendremos contacto, sobre todo con los más necesitados.