Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos disponemos a celebrar esta santa eucaristía en el VI domingo de Pascua.
Hoy aparece en las tres lecturas un mensaje insistente: el amor. El amor que nos tiene Dios. El amor que nos ha manifestado Cristo Jesús. El amor que hemos de tenernos los unos con los otros. Y, además, un amor universal, sin fronteras.
Es tan importante la Pascua, el corazón de todo el año, que vale la pena que la vivamos en plenitud. Por eso comencemos con alegría esta Santa Misa. De pie, cantamos…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Tanto el evangelio como la primera carta de Juan nos hablan del amor que procede del Padre y a través de Jesús se manifiesta a los creyentes que han de responder a este don gratuito amándose mutuamente. El libro de los Hechos de los apóstoles nos ayuda a profundizar aún más en ese misterio. Escuchemos atentos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48)
Escuchemos esta vez el testimonio que Pedro da de Jesús en casa de un pagano, del centurión Cornelio, lo cual tiene un sentido importante para la comunidad primitiva.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48
Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo:
—«Levántate, que soy un hombre como tú».
Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras.
Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió:
—«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?».
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 97)
Sumándonos a la universalidad de la salvación reflejada en la primera lectura, con el salmista lo proclamaremos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y si fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Monición a la segunda lectura (1 Juan 4, 7-10)
Dios ya nos amó primero. Ahora San Juan nos explica cuál debe ser nuestra respuesta a esa manifestación de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 15, 9-17)
El pasaje del evangelio de San Juan, que escucharemos hoy, también de la Última Cena, es continuación del domingo pasado, donde nos hablaba de Cristo como la vid y de nosotros como los sarmientos. Hoy nos habla del amor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Guiados por el Espíritu por quien podemos llamar a Dios Padre, a Él nos dirigimos orando en favor de todos los hombres.
Contestaremos todos: «Danos, Señor, un corazón nuevo»
- Por la Santa Iglesia de Dios, para que se deje conducir por el Espíritu, sin poner obstáculos a su acción salvadora y creadora del nuevo Reino. Oremos.
- Por los responsables de gobernar nuestro país, para que defiendan la justicia y la verdad, promuevan la paz y luchen por una vida digna para todos. Oremos.
- Por todos los que sufren, para que puedan conocer en medio de su dolor el amor de Jesús, practicado por todos los hoy hemos escuchado su voz. Oremos.
- Por todos nosotros, para que no apaguemos el fuego del Espíritu que desde el día de nuestro bautismo nos alimenta, y caminemos conforme a la vida nueva que Cristo nos ha comunicado. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
A Dios que nos amó primero, ofrezcámosle pan y vino, y nuestra respuesta en amor hacia nuestros hermanos.
Comunión
Dios nos ha amado hasta el extremo, lo ha hecho primero. Por su infinito amor se nos ofrece en la Santa Comunión. Acerquémonos a recibirle.
Final
«No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto», nos ha dicho Jesús en su Palabra. Ahora nos retiramos a nuestros hogares, con la misión de dar ese fruto que Dios espera de cada uno de nosotros.