Monición de entrada
Muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Les damos una cordial bienvenida a esta celebración especial, la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
La fiesta del Corpus —que ahora se llama mejor «del Cuerpo y Sangre de Cristo»— ha arraigado hondamente en el pueblo cristiano, desde que nació en el siglo XIII.
Es una celebración que nos hace centrar nuestra atención agradecida en la Eucaristía como sacramento en el que Cristo Jesús ha pensado dársenos como alimento para el camino, haciéndonos comulgar con su propia Persona, con su Cuerpo y Sangre, bajo la forma del pan y del vino.
Hoy no nos fijamos tanto en la celebración de la Eucaristía, aunque la organicemos con particular festividad, sino en su prolongación, en la presencia permanente en medio de nosotros del Señor Eucarístico, como alimento disponible para los enfermos y como signo sacramental continuado de su presencia en nuestras vidas.
Invitados por Jesús a comer de su cuerpo, comenzamos con alegría esta celebración, entonando juntos el canto de entrada…
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
Las lecturas de la liturgia guardan relación con la festividad que hoy celebramos. El salmo responsorial alude al pasaje del libro del Génesis leído en la primera lectura y expresa la esperanza en la llegada de un rey mesías consagrado a Dios. Pero son la segunda lectura y el pasaje evangélico los textos que más inciden en la fiesta de hoy: El Cuerpo y Sangre de Cristo. Pablo recuerda una tradición fielmente guardada y enseñada, que debe mantener la comunidad cristiana de Corinto. Con atención escuchemos
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Monición a la primera Lectura (Génesis 14, 18-20)
La lectura del libro del Génesis nos presenta a Melquisedec, quien siendo sacerdote y rey de Jerusalén, ofrece pan y vino y bendice a Abraham. Esta es una figura del sacerdocio de Cristo, que nos ofrece su cuerpo y su sangre en la solemnidad que hoy celebramos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 14, 18-20
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos».
Y Abrán le dio un diezmo de cada cosa.
Palabra de Dios.
Monición al salmo Responsorial (Salmo 109)
El salmo recoge, sobre todo, la alusión a Melquisedec, que se ha convertido en figura de otro Sacerdote que también será «especial», Cristo Jesús. Nosotros aplicamos a Cristo esta antífona: «tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
Salmo responsorial: Salmo 109, 1. 2. 3. 4
R. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora». R.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R.
Monición a la segunda Lectura (1 Corintios 11, 23-26)
Pablo nos acerca más explícitamente al motivo de la fiesta de hoy: la Eucaristía. Él lo recibió de la tradición y nos lo deja plasmado en la lectura que hoy escucharemos, para que lo sigamos celebrando en memoria de Jesús.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 9, 11b-17)
Como quiera que el relato de la institución de la Eucaristía, en la Última Cena, ya lo hemos escuchado de labios de Pablo, en el evangelio de Lucas se ha preferido recordar la escena de la multiplicación de los panes, que era como una promesa y figura de lo que iba a ser la Eucaristía para la comunidad cristiana.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío sobre el Reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
—«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó:
—«Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron:
—«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
—«Decidles que se junten en grupos de unos cincuenta».
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles
El Señor Jesús, con el don de su Cuerpo y de su Sangre, nos hace partícipes de su salvación. Elevemos a Él nuestra humilde oración y digamos juntos:
Sácianos con tu pan, Señor.
- Por la Santa Iglesia, para que, fortalecida con el pan de la vida, camine por el mundo anunciando con las palabras y las obras el Evangelio de la salvación, oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra, para que el Señor les ayude a realizar su pleno desarrollo y dé sustento a todo el mundo, oremos.
3. Por los niños que este año participarán por primera vez en el banquete eucarístico, para que maduren en la continua amistad y conocimiento del Señor Jesús, y que se dejen transformar y guiar por Él en el camino de la vida, oremos.
4. Por todos nosotros aquí presentes, para que de la Eucaristía que hoy celebramos de forma solemne, aprendamos a dar gracias al Señor por todo lo que nos da y a reconocer su presencia en nuestra vida diaria, oremos.
Presentación de las Ofrendas
Jesús eligió eligió el Pan y el Vino para celebrar la Eucaristía. Con sencillez, humildad y alegría los acercamos al altar, presentando con ellos nuestra vida entera.
Comunión
Hermanos, ¡Qué fiesta tan grande la que celebramos hoy! ¡Qué momento más especial para compartir este banquete!. Acerquémonos con mucha alegría a recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo, que nos da la vida eterna. Cantemos…
Final
Fortalecidos por y animados porque Cristo nos ha hecho compartir su vida en el banquete del Reino, volvamos a nuestros hogares. Nuestra verdadera tarea es compartir ahora los bienes recibidos en el banquete de la mesa cotidiana de los hombres, nuestros hermanos. Vayamos a celebrar la común unión con todos los hombres.