Monición de entrada
Para los lugares donde no se celebra hoy la Exaltación de la cruz, ver Lecturas y Moniciones sábado XXIII Semana del tiempo ordinario.
Queridos hermanos, hoy celebramos la Exaltación de la cruz, una fiesta de origen oriental. En el año 335, en tiempos de Constantino, se dedicó solemnemente una basílica sobre el sepulcro de Jesús en Jerusalén, y se celebró también el hallazgo de la verdadera cruz de Cristo que, según una antigua tradición, la encontró Elena, madre de Constantino.
Desde la cruz Jesús venció la muerte y nos redimió de nuestros pecados. Celebremos esa victoria y comencemos esta Santa Misa cantando todos. De pie, por favor.
Moniciones a las lecturas
Para los lugares donde no se celebra hoy la Exaltación de la Cruz, ver Lecturas y Moniciones sábado XXIII Semana del tiempo ordinario.
Monición a la primera lectura (Nm 21, 4b-9)
En su travesía por el desierto, el pueblo de Israel se siente agobiado, cansado y hundido en la desesperanza y desmoralización. En ese contexto sucede el acontecimiento que nos narra la lectura del Libro de los Números, a la que debemos poner mucha atención, pues hay un signo que va a ser recordado por Jesús en el Evangelio de hoy.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 21, 4b-9
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
—«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo».
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
—«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
—«Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Sal 77)
El Salmo 77 nos recuerda la historia de amor y desamor del pueblo hacia Dios. Unámonos al salmista diciendo todos:
Salmo responsorial Salmo 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38
R. No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R.
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R.
Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R.
Monición a la segunda lectura (Flp 2, 6-11)
En unos pocos versos, el himno que escucharemos de San Pablo describe el itinerario de Jesús hasta rebajarse a lo más profundo a que puede llegar una persona, la muerte, y una muerte de cruz, para ser luego ensalzado por Dios.
Escuchemos atentos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Monición al Evangelio (Jn 3, 13-17)
Del Evangelio de San Juan escucharemos hoy un diálogo entre Jesús y Nicodemo, en el que, haciendo alusión a la serpiente del desierto, Jesús anuncia su muerte en cruz para darnos vida eterna.
Preparémonos cantando el aleluya para escuchar esta Palabra.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
—«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Al Señor de la Resurrección y la vida, que ha acogido la cruz para llevar la salvación al mundo, elevemos nuestra oración diciendo con fe:
Señor, escucha nuestra oración y aumenta nuestra fe.
- Por la Iglesia, para que, al celebrar y vivir con fe el misterio pascual, sea para el mundo instrumento de salvación y redención. Oremos.
- Por los sacerdotes y todos los consagrados, para que su vida ofrecida a Dios sea signo viviente de su amor entre los hombres y canal de salvación para los que quieran acoger este don. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, especialmente los de nuestro país, para que gobiernen con rectitud, preocupándose de corazón por la paz, la justicia y el bien común. Oremos.
- Por los que sufren y llevan una pesada cruz todos los días de su vida, para que, uniendo su dolor a la pasión de Cristo, puedan aceptar y llevar ese peso con fe y esperanza. Oremos.
- Por todos nosotros, para que el Señor nos dé la gracia de reconocer en su cruz y en los sufrimientos nuestros y en los del mundo la victoria del amor. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino llevemos también al altar nuestros sufrimientos y dolores para unirlos a la cruz de Cristo.
Comunión
Cristo nos redime desde su cruz y nos fortalece con su Cuerpo y su Sangre ofrecidos en la Santa Comunión. Acerquémonos a recibirle.
Final
Después de haber sido fortalecidos con la Palabra de Dios en esta fiesta de la Exaltación de la Cruz, vayamos a nuestros hogares a redescubrir el valor redentor del dolor y del sufrimiento, ofreciéndolos a Jesús por nuestra salvación y la de aquellos conocidos nuestros que no aceptan ese don gratuito de Dios.
Fuentes: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 7 – Los Santos con lecturas propias, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oraciones de los fieles fiestas y solemnidades, Ed. San Pablo, Bogotá, 2017