Monición de entrada
Bienvenidos queridos hermanos, sean todos bienvenidos a la Casa de Dios para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia.
Ayer celebrábamos el nacimiento del niño Jesús, hoy pasamos a celebrar su vida en familia, justo en un período de la historia de la humanidad en la que necesitamos de modelos y esta fiesta se creó para ofrecer un modelo de vida a las familias amenazadas en cuanto tales. El ejemplo de la familia de Nazareth nos mueve hoy a vivir de una manera diferente.
Nos alegramos por los hermanos que vienen en familia a la Misa dominical. Comencemos cantando juntos. De pie por favor…
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Moniciones a las Lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de este día nos hablan de la familia. El libro del Eclesiástico y el salmo nos presentan el modelo de relaciones y los valores que prevalecían en la familia tradicional israelita. El evangelio nos recuerda que Jesús también se educó, creció y maduró en el seno de una familia humana. Escuchemos con mucha atención.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Sirácida 3, 2-6. 12-14)
El Libro del Eclesiástico o Sirácida, en el pasaje de hoy, habla de las relaciones entre hijos y padres. Escuchemos muy atentos, tanto los padres como los hijos, porque hay en él recomendaciones importantes que debemos seguir.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Sirácida 3, 2-6. 12-14
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado;
el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 127)
El salmo 127 también habla del ambiente familiar, muy acorde con la fiesta de hoy. Nos unimos al salmista contestando:
Salmo responsorial: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5
R. Dichosos los que temen al Señor
y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
Monición a la segunda lectura (Colosenses 3, 12-21)
En la carta que escribe Pablo a la comunidad de Colosas (en Frigia, actual Turquía), les presenta un programa ideal de vida comunitaria y una ejemplificación en el ámbito de la familia: las relaciones entre marido y mujer, y entre padres e hijos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,12-21
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 2, 41-52)
El Evangelio de San Lucas nos presenta hoy a la familia de Nazareth en el cumplimiento de la ley judía. José y María introdujeron a Jesús en la cultura de los adultos y en el mundo de la fe de Israel.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contesto:
—«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.
En el presente año C, pueden utilizarse también las siguientes lecturas:
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 1, 20-22. 24-28
En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo:
—«Al Señor se lo pedí».
Pasado un año, su marido Elcaná subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido:
—«Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre».
Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó.
Entonces subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aún muy pequeño.
Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:
—«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo».
Después se postraron ante el Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10
R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación. R.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2. 21-24
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
Oración de los fieles
- Por la Iglesia: para que su presencia en el mundo descubra a todos los hombres y a todos los pueblos el designio de Dios de que lleguen a vivir como una familia. Roguemos al Señor.
- Por todos los que tienen autoridad en el mundo, en la Iglesia y en las familias: para que la ejerzan con amor y como un servicio. Roguemos al Señor.
- Por las familias cristianas, que con su unión en el amor manifiesten al mundo la belleza de la vocación matrimonial y sean transmisores de la fe a sus hijos y nietos. Roguemos al Señor.
- Por las familias que sufren a causa de las dificultades económicas, la enfermedad o la falta de entendimiento. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia, en armonía y paz. Roguemos al Señor.
Presentación de las Ofrendas
En la casa de Nazaret Jesús, María y José vivían un estilo de vida de entrega mutua. Con el pan y el vino ofrezcamos lo mejor de cada familia, para que el Señor multiplique ese amor. Cantamos…
Comunión
El sacramento que recibimos en la comunión nos compromete a trabajar por las familias. Vayamos con alegría, cantando, a recibir el Cuerpo de Cristo, que puede salvar nuestra vida y la de nuestras familias.
Final
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