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Moniciones y Lecturas 2 de febrero de 2025 – IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Monición de entrada

Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, celebremos con alegría la Santa Misa en el cuarto domingo del tiempo ordinario. Nos agrada tenerles aquí y les recibimos con los brazos abiertos.

Hoy la Palabra de Dios nos sigue instruyendo y nos trae un mensaje universal de salvación. Dios envía mensajeros a «todas las naciones» y ese mensaje llega hoy a nosotros.

Dispuestos a escuchar la voz de Dios, comencemos esta celebración cantando juntos. De pie.

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Moniciones a las lecturas

Monición única para todas las lecturas

Una cosa une a los protagonistas de las lecturas de este domingo: Jeremías y Jesús aparecen como profetas rechazados. Jeremías es nombrado por el Señor profeta de las naciones, y su anuncio será mal recibido por las clases dirigentes del pueblo. Jesús presenta su misión para todos comparándose con Elías y Eliseo, dos grandes profetas de la tradición judía, consciente de que no es bien acogido por los suyos. Atentos escuchemos cada lectura.

Moniciones para cada lectura

Monición a la primera lectura (Jeremías 1, 4-5. 17-19)

Escuchemos el relato de la elección de Jeremías, para para constituirlo en voz profética que clamara contra la corrupción de su tiempo, la pérdida de la fe y las alianzas políticas inútiles y contraproducentes que sus gobernantes buscaban, y que en definitiva les llevaron al destierro.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 1, 4-5. 17-19

En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:

«Antes de formarte en el vientre, te escogí;
antes de que salieras del seno materno, te consagré:

te nombré profeta de los gentiles.

Tú cíñete los lomos,
ponte en pie y diles lo que yo te mando.

No les tengas miedo,
que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:

frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo.

Lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte».
Oráculo del Señor.

Palabra de Dios.

Monición al salmo responsorial (Salmo 70)

El salmo 70 subraya el tono de confianza del profeta, que no se fía de sus fuerzas, sino de la ayuda de Dios. Nosotros manifestamos nuestra confianza en Dios diciendo:

Salmo responsorial: Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17

R. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R. 

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R. 

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R. 

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R. 

Monición a la segunda lectura (Corintios 12, 31—13, 13)

Con su himno a amor, San Pablo en su carta a los Corintios continúa hablándonos de los carismas, estableciendo ahora una jerarquía para que aspiremos nosotros a lo más importante.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31—13, 13

Hermanos:

Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Lucas 4, 21-30)

Hoy seguimos leyendo en el evangelio la escena que empezamos el domingo pasado, con la primera «homilía» de Jesús en la sinagoga de su pueblo: ahora con unas reacciones no tan favorables al contenido de la misma.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

—«¿No es éste el hijo de José?».

Y Jesús les dijo:

—«Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:

—«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Al Señor nos acogemos porque Él es nuestro refugio y está siempre dispuesto a escucharnos, por eso dirijámosle nuestra oración diciendo todos:

Atiende, Señor, nuestra oración.

  1.  Por la Iglesia de Dios llamada a anunciar el Evangelio, para que lo haga sin temor, denunciando con valentía toda opresión e iluminando el camino de los fieles. Oremos.
  2. Por las autoridades de nuestros pueblos, para que en sus planes esté presente el proyecto de Jesús, que se traduce en justicia, oportunidades para todos y búsqueda de la paz. Oremos
  3. Por los privados de la libertad, para que no pierdan nunca la fe en Jesús, el libertador, aun en los momentos más difíciles de su vida. Oremos.
  4. Por esta comunidad reunida hoy en la casa de Dios, para que no rechacemos a Jesús que se presenta también en los pobres, los enfermos y en aquellos a los que consideramos una vergüenza en la comunidad. Oremos.

Presentación de las Ofrendas

Estos dones, que serán luego el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los llevamos al altar con nuestra vida, nuestro esfuerzo cotidiano y el compromiso de abrir entre nosotros un camino para el anuncio del Evangelio. Cantemos.

Comunión

Participemos ahora del banquete de la Nueva y Eterna Alianza, que nos fortalece para ser profetas y testigos de la Palabra de Dios.

Final

La Misa ha terminado, pero nuestro compromiso de hacer vida lo que aquí hemos aprendido comienza ya. Vayamos a nuestros hogares dispuestos a recibir a Jesús siempre que toque a la puerta de nuestro corazón.

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Redacción Central de Cristomanía Católica

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