Monición de entrada.
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Con mucha alegría les recibimos en la casa de Dios para celebrar juntos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Una fiesta muy especial para quienes tienen la devoción de los primeros viernes.
Nos encontramos anta una celebración relativamente reciente en el calendario. Fue en el siglo XVII cuando se empezó a celebrar en Francia, con san Juan Eudes y santa Margarita María Alacoque como promotores principales. El amor de Dios y el de Cristo se nos manifiesta desde la Navidad hasta la Pascua y sobre todo en el Triduo Pascual de la muerte salvadora de Jesús. Pero se creyó conveniente dedicar un día a esta dimensión básica del misterio cristiano: el amor de Dios.
Celebremos, pues, con alegría «los beneficios de su amor por nosotros» y los «infinitos tesoros de caridad» que hay en el corazón de Cristo. Comencemos con el canto de entrada.
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Moniciones a las Lecturas
Monición a la primera lectura (Ezequiel 34, 11-16)
En tiempos de Ezequiel, había pastores malos que descuidaban de su rebaño. Dios quiere ser el buen pastor y lo es en Jesús, enviado para revelar el tierno amor de Dios para
con los hombres. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16
Así dice el Señor Dios:
«Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas,
siguiendo su rastro.
Como sigue el pastor el rastro de su rebaño,
cuando las ovejas se le dispersan,
así seguiré yo el rastro de mis ovejas
y las libraré,
sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron
un día de oscuridad y nubarrones.
Las sacaré de entre los pueblos,
las congregaré de los países,
las traeré a su tierra,
las apacentaré en los montes de Israel,
en las cañadas y en los poblados del país.
Las apacentaré en ricos pastizales,
tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel;
se recostarán en fértiles dehesas
y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas,
yo mismo les haré sestear
—oráculo del Señor Dios—.
Buscaré las ovejas perdidas,
recogeré a las descarriadas;
vendaré a las heridas;
curaré a las enfermas;
a las gordas y fuertes las guardaré
y las apacentaré como es debido».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 22)
En el salmo 22 resuena el anuncio gozoso del buen pastor, que nos ha descrito la primera lectura. Alabemos a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor,
nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
Monición a la segunda lectura (1 Juan 4, 7-16)
De la carta de san Pablo a los Romanos, escucharemos frases que nos demuestran la profundidad del amor de Dios. Frases que resuenan oportunamente en la fiesta que hoy celebramos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 5b-11
Hermanos:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo!
Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos, salvos por su vida!
Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lc. 15, 3-7)
De las parábolas con las que Jesús describió cómo es el amor de Dios para con nosotros y cómo reacciona ante nuestra historia, el texto evangélico de hoy nos relata una de las más sencillas y positivas.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:
—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido».
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Señor.
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Oración de los Fieles
Presidente: A Dios Padre, fuente de toda ternura y que nos ama sin límites, dirijámonos con confianza filial diciendo todos:
Llena nuestros corazones de tu amor.
- Por la Iglesia, para que, nacida y acogida en el Corazón abierto de Jesús, camine en la historia con verdad y libertad, bendiciendo, amando y custodiando la vida de cada hombre y mujer que está en busca de Dios. Oremos.
- Por el Santo Padre y todo el colegio episcopal, para que den testimonio del valor de la humildad como única clave para acceder al conocimiento de Dios que se revela a los hombres en Cristo Jesús, manso y humilde de corazón. Oremos.
- Por la paz en el mundo, para que todos nos dejemos invadir por el amor inmenso que Dios nos tiene y, al sentirnos amados, seamos capaces de amar a los demás, conviviendo en armonía fraterna con todos. Oremos.
- Por los que se sienten aplastados por pesos que oprimen el corazón y que frenan el camino, por los que tienen el corazón cerrado a dar o recibir el perdón, por los que no aceptan la enfermedad o la muerte: que todos sean consolados por Jesucristo que ha asumido el peso de la humanidad y nos ha abierto su Corazón para que encontremos refugio y reposo. Oremos.
Presidente: Dios Padre omnipotente y bueno, que nos has entregado a tu Hijo amado para enseñarnos a amar, haz que la caridad sea el origen y el fin de todas nuestras acciones. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Dios, en su amor infinito, hace producir la tierra para nuestra alimentación. De ese fruto llevamos hoy al altar las ofrendas de vino y pan.
Comunión
En cada Eucaristía comulgamos con ese Cristo que nos ofrece «su Cuerpo por vosotros» y «su Sangre derramada por vosotros». Éste es por excelencia el sacramento del amor, el que nos hace presente y nos comunica la vida que emana de la Cruz salvadora de Jesús, el acontecimiento en el que se nos mostró con mayor intensidad el amor de Dios. Acerquémonos agradecidos y con devoción a comulgar.
Final
Hermanos, la celebración de hoy nos estimula a ser transmisores de ese mismo amor a los demás en la catequesis, en la predicación, en el trato con los demás: si creemos en el amor de Dios, se tiene que notar que vivimos en esperanza y que presentamos a un Dios lleno de amor. Vayamos a vivir el amor de Dios.
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