Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Es un gusto poder recibirles en la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa, en el martes de la III semana de Adviento.
Venir a misa todos los días es un privilegio y nos permite irnos preparando mejor para la venida del Señor y celebrar dignamente las fiestas navideñas. Pero eso no nos pone en completa ventaja sobre los que no pueden o no quieren hacerlo. La Palabra de Dios hoy nos interpela y nos advierte que otros podrían llevarnos la delantera, si la realidad interior y las obras no corresponden a nuestras palabras.
Dispuestos a dejarnos transformar por la Palabra que hoy escucharemos, comencemos esta santa misa con el canto de entrada. De pie, cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Sofonías 3, 1-2. 9-13)
El profeta Sofonías habla a la ciudad de Israel, que se cree una ciudad rica, poderosa, autosuficiente, y no acepta la voz de Dios. El profeta les invita a convertirse, a cambiar el estilo de su vida. Escuchemos este llamado que es también para nosotros ahora.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 1-2. 9-13
Así dice el Señor:
«¡Ay de la ciudad rebelde,
manchada y opresora!
No obedeció ni escarmentó,
no aceptaba la instrucción,
no confiaba en el Señor,
no se acercaba a su Dios.
Entonces daré a los pueblos labios puros,
para que invoquen todos el nombre del Señor,
para que le sirvan unánimes.
Desde más allá de los ríos de Etiopía,
mis fieles dispersos me traerán ofrendas.
Aquel día no te avergonzarás
de las obras con que me ofendiste,
porque arrancaré de tu interior
tus soberbias bravatas,
y no volverás a gloriarte
sobre mi monte santo.
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde,
que confiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel no cometerá maldades,
ni dirá mentiras,
ni se hallará en su boca una lengua embustera;
pastarán y se tenderán sin sobresaltos».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial (Salmo 33)
El resto de Israel, que Dios está preparando en la primera lectura, es un pueblo pobre y humilde. De eso hace eco el salmo 33, al que nos unimos nosotros diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23
R. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R.
Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.
Monición al Evangelio
Siendo fiel a su estilo, usando ejemplos, Jesús nos trae hoy una invitación a ser coherentes con lo que creemos. Preparémonos para escuchar estas advertencias que debemos tomar muy en cuenta en este tiempo de Adviento.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña». Él le contestó: «No quiero». Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor». Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?».
Contestaron:
—«El primero».
Jesús les dijo:
—«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: «Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha» afirma el salmo de hoy. Con un corazón humilde y confiando en la promesa de Dios, acojámonos a Él confiándole las necesidades del mundo entero. Lo hacemos diciendo:
Señor, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que siempre esté dispuesta a creer en la obra del Señor, reconociendo su presencia en cada hombre y en cada situación. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, para que pueda siempre caminar por el camino de la justicia y de la paz, y que con las palabras y las obras sepa llegar al corazón de cada hombre, ayudándole a creer en Jesús. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, para que siempre luchen por la justicia y la paz entre los pueblos. Oremos.
- Por los que son marginados en nuestra sociedad, para que encuentren entre nosotros la acogida necesaria y el calor humano que necesitan. Oremos
- Por todos nosotros, reunidos en torno al altar, para que siempre estemos dispuestos a adherir nuestra voluntad a la de Dios, tomando en cuenta las enseñanzas de Jesús, en las pequeñas y grandes decisiones de nuestra vida. Oremos.
Presidente: Dios, Padre misericordioso, escucha nuestras oraciones y confórmanos cada día más a la imagen de tu Hijo, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino que llevamos al altar, también llevamos al Señor la alegría que nos produce saber que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos salva.
Comunión
«El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos». Él está presente entre nosotros, en el Pan y el Vino consagrados. Acerquémonos a recibirle cantando.
Final
Hermanos, llega el momento de retornar a nuestros hogares, a nuestro entorno, en donde debemos poner en práctica la Palabra que hemos escuchado, para que no nos suceda lo que Jesús nos ha enseñado en el Evangelio de hoy, porque puede pasar que los buenos -los sacerdotes, los religiosos, los de misa diaria- seamos poco comprometidos a la hora de la
verdad, y que otros no tan «buenos» tengan mejor corazón para ayudar a los demás y estén más disponibles a la hora del trabajo. Que sean menos sofisticados y complicados que nosotros, y que estén de hecho más abiertos a la salvación que Dios les ofrece en este Adviento, a pesar de que tal vez no tienen tantas ayudas de la gracia como nosotros.
Vayamos, pues, a practicar, lo que aquí hemos aprendido.
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Fuentes: Aldazábal, J. Enséñanos tus Caminos 1. Adviento y Navidad día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Adviento y Navidad, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.