Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) hermanos. Sean bienvenidos a la casa de Dios para celebrar juntos la penúltima misa de este año litúrgico.
La comunidad de Jesús, generación tras generación, estamos intentando transmitir al mundo sus valores, evangelizarlo, para que el árbol dé frutos y la salvación alcance a todos. Por eso estamos aquí, unidos como una sola familia, orando por esa salvación.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Daniel 7, 2-14)
En la primera lectura de hoy, Daniel nos relata una visión llena de simbolismos extraños, que nos ayuda a situarnos en una actitud de mirada profética hacia el futuro, al final de los tiempos, con el reinado universal y definitivo de Cristo. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Daniel 7, 2-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas.
La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana.
La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron:
—«¡Arriba! Come carne en abundancia».
Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder.
Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias.
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano de sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Yo seguí mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego.
A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada.
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios.
Monición al Interleccional (Daniel 3)
La salvación es experiencia pasada y promesa para el futuro. La visión de Daniel es un símbolo de la salvación que vendrá. Unámonos a toda la creación, que ha sido salvada, alabemos a nuestro redentor diciendo todos:
Interleccional: Daniel 3, 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.
Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.
Manantiales, bendecid al Señor. R.
Mares y ríos, bendecid al Señor. R.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.
Aves del cielo, bendecid al Señor. R.
Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.
Monición al Evangelio (Lucas 21, 29-33)
Seguimos escuchando el discurso escatológico de Jesús. Hoy toma una comparación de la vida del campo para que sus oyentes entiendan la dinámica de los tiempos futuros.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos:
—«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca.
Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Demos alabanza al Señor Jesús, cuyo «poder es un poder eterno», y confiando en Él expresémosle lo que cada uno de nosotros y la Iglesia entera necesita. Digamos todos:
Venga tu Reino, Señor.
- Por la Iglesia, para que en todo lugar tenga el coraje de anunciar y difundir el Reino de Dios a través del poder de la mansedumbre, de la misericordia y del amor. Oremos.
- Por todos los ministros del Evangelio, para que en sus catequesis nunca falte el anuncio del Reino de los cielos y sepan dirigir los pasos del hombre hacia la patria futura. Oremos.
- Por la paz entre los pueblos, en las comunidades, en las familias, en el corazón de cada uno de nosotros, para que el Señor nos abra a gestos concretos y cotidianos de paz, para difundir, en la sencillez de nuestros días, caminos de bondad y de reconciliación. Oremos.
- Por los que sufren porque están poseídos por el espíritu del mal, para que puedan buscar y encontrar la ayuda de sacerdotes exorcistas que con la fuerza del Espíritu sepan arrancarlos de las cadenas del Maligno. Oremos.
- Por todos nosotros, para que no dejemos pasar un día sin aprovecharlo para nuestro encuentro final con Cristo, haciendo siempre la voluntad de Dios y siéndole fiel con nuestras acciones. Oremos.
Presidente: Señor Jesús, rey de la gloria, introduce a tu pueblo en tu Reino de justicia: concédenos lo que hoy con corazón sincero te hemos pedido, para que paso a paso podamos encontrarte. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.