Monición de entrada
Con la alegría de sabernos hijos de Dios y hermanos en Cristo Jesús, les recibimos en este lugar santo para celebrar la Santa Misa, en el vigésimo tercer domingo del Tiempo Ordinario.
Domingo tras domingo, en la escuela de Jesús, vamos escuchando sus consignas para nuestra vida de seguidores suyos. Son estampas concretas, sencillas, pero comprometedoras, que nos obligan a mirarnos al espejo del evangelio y a sacar consecuencias para nuestra vida.
Dispuestos a seguir dejándonos instruir por Jesús, comencemos esta celebración. De pie, cantemos todos
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
En las lecturas de hoy escucharemos algunas consignas dirigidas a los seguidores de Jesús. Según la primera lectura del libro de la Sabiduría, no es fácil conocer los designios de Dios. Basta acudir al pasaje de la carta a Filemón o al texto del evangelio de hoy para darse cuenta del desconcierto que provoca en el ser humano lo que Dios quiere. Con el salmista pediremos la sabiduría de Dios. Escuchemos atentos.
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Monición a la Primera Lectura (Sabiduría 9, 13-18)
En el pasaje del libro de la Sabiduría, escrito alrededor del s. II a.C. elogia la sabiduría divina que rige los destinos humanos. Solo Dios nos concede la verdadera sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 9, 13-18
¿Quién conoce el designio de Dios?
¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos,
y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma,
y la tienda terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas
y con trabajo encontramos lo que está a mano:
pues, ¿Quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio,
si tú no le das sabiduría,
enviando tu santo espíritu desde el cielo?
Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada,
y la sabiduría los salvó.
Palabra de Dios.
Monición al Salmo Responsorial (Salmo 89)
Ante todo lo perecedero y caduco ante Dios, con el salmo 89 nos refugiamos ante Dios y pedimos que haga prósperas las obras de nuestras manos. Lo haremos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
R. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
Monición a la Segunda Lectura (Filemón 9b-10. 12-17)
Leemos hoy la carta más breve de san Pablo, dirigida a un cristiano a quien se le ha escapado un esclavo. Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón 9b-10. 12-17
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido.
Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 14, 25-33)
La enseñanza de Jesús que escuchamos hoy nos puede parecer bastante sorprendente y hasta radical. Aprendamos del mismo Jesús lo que significa seguirle.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
—«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles
Oremos hermanos, a Dios nuestro Padre, que escucha la oración del pueblo congregado en su nombre. Digamos todos:
Dios de misericordia, escúchanos.
- Por la Santa Iglesia de Dios, para que no se canse de pedir la sabiduría divina para discernir correctamente los signos de los tiempos. Oremos.
- Por los ministros de la Iglesia, para que siguiendo el llamado del Señor se desapeguen de todo lo material y se enfoquen en el ejercicio pastoral y en el acompañamiento espiritual. Oremos.
- Por los que tienen cargos políticos y administrativos en el gobierno de nuestro país, para que hagan su trabajo con lealtad y rectitud, teniendo siempre en mente el bienestar de la comunidad. Oremos.
- Por los privados de libertad, para que encuentren en sus familiares y amigos la fortaleza para asumir este momento de dificultad sin perder la fe y la esperanza. Oremos.
- Por todos nosotros, para que seamos fieles al seguimiento del Señor y nos comportemos como auténticos cristianos con las obras dignas de nuestra fe. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Ofrezcámonos ahora como ofrenda agradable a Dios, dispuestos a seguirle siempre, y presentémosle el Pan y el Vino, para que él lo transforme en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Comunión
La sabiduría verdadera viene de Dios. Acerquémonos a compartir su Cuerpo y su Sangre.
Final
El mundo no comprende la sabiduría de Dios. Ahora vayamos a dar testimonio del amor de Dios y a ser verdaderos seguidores de Jesús.
Fuente: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 10 – Los Domingos Ciclo C, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo C, Editorial Verbo Divino