Monición de entrada
Queridos hermanos, les damos una cordial bienvenida a la celebración de esta santa misa, con la que cerramos la segunda semana del tiempo de Cuaresma.
La Cuaresma es también un tiempo de conversión, de arrepentimiento de nuestros pecados y de acercamiento a la confesión. Ahora las lecturas nos muestran a un Dios misericordioso, siempre dispuesto a hacer una fiesta por cada pecador que se convierte.
Comencemos la celebración eucarística de hoy con el canto de entrada. De pie, por favor y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Miqueas 7, 14-15. 18-20)
El profeta Miqueas nos ofrece hoy una oración humilde, llena de confianza en Dios misericordioso. Escuchemos y hagamos nuestra esta oración en este tiempo de Cuaresma.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Miqueas 7, 14-15. 18-20
Señor,
pastorea a tu pueblo con el cayado,
a las ovejas de tu heredad,
a las que habitan apartadas en la maleza,
en medio del Carmelo.
Pastarán en Basán y Galaad,
como en tiempos antiguos;
como cuando saliste de Egipto
y te mostraba mis prodigios.
¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado
y absuelves la culpa al resto de tu heredad?
No mantendrá por siempre la ira,
pues se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse
y extinguirá nuestras culpas,
arrojará a lo hondo del mar
todos nuestros delitos.
Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán,
como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 102)
El salmo 102, un hermoso canto a la misericordia de Dios, insiste en la compasión y misericordia de Dios. Unámonos al salmista con esta entrañable meditación cuaresmal y preparación para nuestra confesión pascual, diciendo todos::
Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.
Monición al Evangelio (Lc 15, 1-3. 11-32)
En el Evangelio de san Lucas nos encontramos hoy con una parábola con la que Jesús nos muestra la misericordia de Dios Padre.
Con el canto dispongámonos a escuchar esta parábola que siempre nos interpela, sobre todo en este tiempo cuaresmal.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
—«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
—«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
«Padre, dame la parte que me toca de la fortuna».
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo:
«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino a donde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo».
Pero el padre dijo a sus criados:
«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado».
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó:
«Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud».
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
«Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado».
El padre le dijo:
«Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado»».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El Señor no deja de amar al que se ha alejado de El, sino que sigue esperándolo y se regocija por su regreso. Seguros de que siempre nos acoge y escucha nuestras oraciones, digamos:
Padre misericordioso, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que sea casa abierta que acoge a todos los hombres, siempre dispensadora de la misericordia de Dios que ama sin juzgar ni poner condiciones, sobre todo en este tiempo de Cuaresma. Oremos.
- Por la conversión del mundo: para que este tiempo de Cuaresma les ayude a todos aquellos que se han alejado de la Iglesia a encontrar el camino de retorno hacia la misericordia infinita de Dios. Oremos.
- Por los que sufren, especialmente por aquellos que se sienten excluidos del amor de Dios porque son pecadores, para que encuentren hombres y mujeres de fe en quienes descubrir el rostro de la ternura del Padre, que les ayuden a encontrarse con la alegría de saberse hijos amados y perdonados por Dios. Oremos.
- Por todos nosotros, para que no nos dejemos atrapar por los lazos de una religiosidad servil que busca ganar méritos, sino que reconozcamos la fe como don y el amor de Dios como algo que precede a los méritos y prescinde de ellos. Oremos.
Presidente: Oh Dios, que nos invitas a reconocer tu mirada de amor incondicional, acoge nuestras oraciones y haz que siempre volvamos a ti, que eres la fuente de la vida. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Presentación de las Ofrendas
Por la bondad y misericordia de Dios, la tierra produce sus frutos y nos permite en este momento llevar al altar los dones de pan y vino.
Comunión.
Tanto nos ama Dios que nos envió a su Hijo para nuestra redención. Hoy podemos recibirle acercándonos a comulgar. Lo hacemos con fe, devoción y cantando todos..
Final
Queridos hermanos, Dios nos ha mostrado hoy su misericordia. Al finalizar la misa y retornar a nuestros hogares, nos vamos con la misión de ser el rostro de la misericordia de Dios, siendo compasivos con los demás.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.