Monición de entrada
Queridos hermanos, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para la celebración eucarística, en el jueves de la décimo octava semana, jueves eucarístico y de oración por los sacerdotes, en el que también recordamos a Santo Domingo, presbíteo, fundador de la Orden de los Predicadores.
Estamos aquí, para participar en la Santa Misa, porque también nosotros, como Pedro, creemos que Jesús es «el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Con esa seguridad, comencemos nuestra celebración entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Jeremías 31, 31-34)
Terminamos hoy la lectura de Jeremías, para empezar, desde mañana, la de otros profetas. Y la última página seleccionada es también optimista: nos anuncia una Nueva Alianza. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34
«Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá
una alianza nueva.
No como la alianza que hice con sus padres,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto:
ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor
—oráculo del Señor—.
Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días —oráculo del Señor—:
Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo,
el otro a su hermano, diciendo:
«Reconoce al Señor».
Porque todos me conocerán,
desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—,
cuando perdone sus crímenes
y no recuerde sus pecados».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 50)
A la promesa del Señor de hacer con su pueblo una alianza nueva, cambiando sus mismos corazones, contestamos con esta súplica del salmo 50, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 50, 12-13. 14-15. 18-19
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.
Monición al Evangelio (Mateo 16, 13-23)
El texto que escucharemos hoy, del Evangelio de San Mateo, contiene una alabanza de Jesús a Pedro, constituyéndolo como autoridad en su Iglesia y, a la vez, una reprimenda muy dura al mismo Pedro, porque no entiende las cosas de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
—«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
—«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
—«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
—«Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre misericordioso, que a través de las palabras del apóstol Pedro, ha revelado al mundo la identidad de Jesucristo, dirijamos nuestra oración:
Muéstranos tu amor, Señor.
- Por el Papa: para que en la guía del pueblo de Dios sea sostenido par el Espíritu de verdad, para enseñar a pensar según Dios y no según los hombres. Oremos.
- Por todos los sacerdotes que en el sacramento de la reconciliación tienen el mismo poder de Jesús de perdonar los pecados: para que sean instrumento de misericordia con los pecadores que, arrepentidos, se acercan a la confesión. Oremos.
- Por los jefes de las naciones: para que tengan el coraje de promover los derechos de las minorías en los contextos donde reina sin oposición la ley del más fuerte que atropella a los débiles. Oremos.
- Por todas las personas que sufren a causa de la injusticia: para que sean consoladas por la promesa que Jesús hizo a Pedro de no permitir nunca que el mal prevalezca. Oremos.
- Por esta comunidad que se reúne en torno al altar: para que la Palabra sea la que mueva la inteligencia de cada uno hacia un conocimiento cada vez más auténtico y profundo de la identidad del Señor. Oremos.
Presidente: Te bendecimos, Padre bueno, porque nos has reconciliado contigo a través de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino, presentemos también al Señor todas aquellas cosas que suceden en nuestra vida, que no las comprendemos y nos empujan a rebelarnos contra Dios.
Comunión.
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo», ha sido la confesión de Pedro. Ese mismo Jesús, en quien nosotros creemos, está presenten en el pan eucarístico que compartimos. Vayamos a recibirle.
Final
La misa ha finalizado. Vayamos también nosotros a profesar nuestra fe y vivirla en medio de un mundo muchas veces hostil para los cristianos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia