Monición de entrada
Muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean bienvenidos a la Casa de Dios, en la que nos reunimos para atender la convocatoria que Cristo nos hace, para celebrar juntos el Banquete Eucarístico correspondiente al decimosexto domingo del Tiempo Ordinario.
En nuestra presencia dominical en la iglesia para celebrar el día del Señor, debemos aplicar la paciencia de Dios enseñada hoy en el Evangelio, conscientes de que somos la Iglesia santa y la Iglesia pecadora, todo a la vez; la Iglesia sin mancha ni arruga y la Iglesia que
dice «perdónanos nuestras deudas»
Con nuestro corazón abierto y dispuesto a que Dios lo transforme con su Palabra, comencemos esta santa misa, entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Tanto el libro de la Sabiduría como el salmo responsorial de hoy nos hablan de la benignidad y la indulgencia de un Dios “clemente y compasivo, lleno de amor y fiel”, cuya justicia se armoniza perfectamente con su compasión. Un mensaje que, de algún modo, también está implícito en la parábola que leemos hoy en el evangelio de Mateo. El trigo y la cizaña crecen juntos, el bien y el mal conviven en la historia humana, pero sólo a la hora del juicio Dios separará a ambos. Dispongámonos a la escucha atenta de esta Palabra.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Sabiduría: 12, 13. 16-19)
Como preparando la lección que nos dará Jesús con la parábola del trigo y la cizaña, el libro de la Sabiduría ensalza la bondad de Dios para con su pueblo, al que juzga con moderación y gobierna con indulgencia, dándole siempre una oportunidad al pecador para que se arrepienta. Escuchemos esta muestra de que la justicia y la misericordia no son
incompatibles en Dios.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría: 12, 13. 16-19
Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo,
ante quien tengas que justificar tu sentencia.
Tu poder es el principio de la justicia,
y tu soberanía universal te hace perdonar a todos.
Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total,
y reprimes la audacia de los que no lo conocen.
Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación
y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque puedes hacer cuanto quieres.
Obrando así, enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser humano,
y diste a tus hijos la dulce esperanza de que,
en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 85)
El salmo 85 nos hacer aclamar a nuestro Dios, que es bueno, clemente y misericordioso. Unámonos todos respondiendo:
Salmo responsorial: Salmo 85, 5-6. 9-10. 15-16a
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios». R.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R.
Monición a la segunda lectura (Romanos 8, 26-27)
Sigue Pablo, en su carta a los Romanos, sacando las consecuencias de nuestro Bautismo, que ya nos dio la vida divina como en embrión, pero que tiene que crecer y madurar, ayudado por el Espíritu de Dios, que viene en nuestro auxilio. En la breve página de hoy nos dice cómo el Espíritu es quien sale en ayuda de nuestra debilidad. Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 26-27
Hermanos:
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 13, 24-43)
El Evangelio de San Mateo nos trae hoy tres parábolas de Jesús, muy breves y con mayor énfasis en la del trigo y la cizaña, con una explicación que nos sirve para aplicarla a nuestra vida cristiana. Preparémonos para la escucha del evangelio, cantando el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
—«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
«Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?».
Él les dijo:
«Un enemigo lo ha hecho».
Los criados le preguntaron:
«¿Quieres que vayamos a arrancarla?».
Pero él les respondió:
«No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero'»».
Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
—«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente».
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada.
Así se cumplió el oráculo del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas,
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
—«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les contestó:
—«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Oremos al Señor, nuestro Dios. El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, para que pidamos lo que nos conviene, por eso digamos con fe:
Señor, atiende nuestra súplica.
- Para que la Iglesia siga siendo la luz que guíe al hombre por el camino del bien. Oremos.
- Para que las comunidades cristianas acepten con paciencia y humildad el crecimiento lento, difícil, del reino de Dios en el mundo. Oremos.
- Para que los gobernantes de las naciones se dejen iluminar por el Espíritu de Dios y gobierne con sentido común, buscando el bien de todos. Oremos.
- Por los que sufren en el mundo, especialmente los afectados por las guerras que despojan al hombre de su dignidad. Oremos.
- Por los que compartimos hoy el Pan Eucarístico, para que también compartamos nuestro pan con el hambriento. Oremos.
Presidente: Escucha, Señor, la oración inefable del Espíritu Santo, que ora con nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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Presentación de las ofrendas
Llevemos al altar los dones para celebrar la Misa, el misterio que construye el Reino de Dios en este mundo.
Comunión
La mesa del Señor está servida. Todos los preparados, con un corazón digno, acerquémonos a recibir la Santa Comunión.
Final
Ahora vayamos como mensajeros a nuestro mundo cansado de rencores, odios y guerras, llevando el mensaje del Reino de Jesús, que es un anuncio de amor, paz y justicia.
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