Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, sean todos bienvenidos a esta santa misa, en la que celebramos a los Ángeles Custodios.
Hace pocos días, el 29 de septiembre, celebramos la fiesta de los arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael. Hoy extendemos nuestro recuerdo a todos los
ángeles de Dios, que le sirven a él y nos ayudan a nosotros en nuestro camino.
A principios del siglo XV se celebraba en Valencia la fiesta del ángel protector de la ciudad. De allí se propagó al resto de España; luego a Portugal y, finalmente, en el siglo XVII,
al calendario de la Iglesia universal.
Con la protección de nuestro Ángel Custodio, iniciamos esta misa con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Zacarías 8, 1-8)
Con Zacarías, que ya empezamos a leer el sábado pasado, seguimos la serie de profetas que hablaron en los tiempos de la vuelta del destierro de Babilonia. Hoy escucharemos cinco breves oráculos esperanzadores todos ellos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Zacarías 8, 1-8
En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos:
«Así dice el Señor de los ejércitos:
Siento gran celo por Sión,
gran cólera en favor de ella.
Así dice el Señor:
Volveré a Sión
y habitaré en medio de Jerusalén.
Jerusalén se llamará Ciudad Fiel,
y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo.
Así dice el Señor de los ejércitos:
De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén
ancianos y ancianas,
hombres que, de viejos,
se apoyan en bastones.
Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas
que jugarán en la calle.
Así dice el Señor de los ejércitos:
Si el resto del pueblo
lo encuentra imposible aquel día,
¿será también imposible a mis ojos?
—oráculo del Señor de los ejércitos—.
Así dice el Señor de los ejércitos:
Yo libertaré a mi pueblo
del país de oriente y del país de occidente,
y los traeré para que habiten
en medio de Jerusalén.
Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios
con verdad y con justicia».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 101)
En el peligro, surge la confianza. El Señor sigue mirando y fijándose para escuchar los gritos de los cautivos, por eso lo alabamos, con el salmo 101, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 101. 16-18. 19-21. 29 y 22-23
R. El Señor reconstruyó Sión,
y apareció en su gloria.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R.
Monición al Evangelio (Mateo 18, 1-5. 10)
Jesús nos da hoy una lección de sencillez y sobre la dignidad que para él tienen los niños,
porque, de alguna manera, están protegidos por los ángeles, o representados por ellos en la presencia y en la contemplación de Dios. .
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—«¿Quién es el más importante en el reino. de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
—«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre, que nos cuida y nos protege mediante sus ángeles, dirijamos nuestra súplica. Oremos diciendo:
Aumenta, Señor, nuestra confianza en ti.
- Por todos los cristianos, para que sientan a su lado la presencia del ángel custodio, que Dios da a cada uno para que sea iluminado, cuidado y sostenido. Oremos.
- Por el Santo Padre, los obispos, los sacerdotes y los diáconos, los religiosos y los misioneros: que, como Jesús en el Getsemaní, experimenten que son consolados por un ángel y puedan encontrar luz y consuelo en los momentos más difíciles y cruciales del ministerio al que Dios los ha llamado. Oremos.
- Por aquellos a quienes ha sido confiada la tarea de proteger el bienestar de los ciudadanos, para que defiendan la dignidad de cada hombre y de la familia, empleando todos sus esfuerzos para defender estos valores en pro de una sociedad más auténtica y humana. Oremos.
- Por todos nuestros niños, para que podamos transmitirles el amor y la confianza hacia el ángel custodio que vela sobre sus pasos. Oremos.
- A la intercesión de los santos ángeles custodios confiemos todos los niños perturbados en su infancia por la violencia de los adultos: por los huérfanos de la guerra, por los abandonados, explotados o abusados, para que se construya en torno a ellos una red de solidaridad entretejida por personas que defiendan el derecho de cada uno de ellos a ser acogido, protegido y amado. Oremos.
Presidente: Dios, Padre de todos los vivientes, haz que podamos bendecirte como los ángeles que, contemplando tu rostro, te alaban día y noche. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
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Fuentes: Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 7, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Fiestas y Solemnidades, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia