Monición de entrada
Queridos hermanos, tenemos el honor de recibirles en la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa, con la que cerramos la cuarta semana de Cuaresma. Sean todos bienvenidos.
La cercanía de las celebraciones pascuales nos van introduciendo en la meditación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Celebremos con fe y devoción esta santa misa, a fin de prepararnos cada día mejor para la gran fiesta de la Pascua.
Con esas intenciones, comencemos esta misa con el canto de entrada. De pie, cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Isaías 49, 1-6)
La primera lectura de este martes santo se toma del segundo canto del siervo del Señor. En él se expone la misión que el siervo ha recibido de Dios ya desde el seno
materno. Escuchemos de qué se trata esa misión.
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas;
atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida,
me guardó en su aljaba
y me dijo:
«Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso».
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas»,
en realidad mi derecho lo llevaba el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel,
—tanto me honró el Señor
y mi Dios fue mi fuerza—.
Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel:
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 70)
Al siervo del Señor le salvará la confianza en Dios, confianza que subraya muy bien el salmo70. Unámonos a esta oración diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo,
líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías. R.
Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.
Monición al Evangelio (Juan 13, 21-33. 36-38)
En el pasaje evangélico de hoy, tomado del Evangelio de San Juan, escucharemos el anuncio de la traición de Judas de la futura negación de Pedro; es una escena situada en los preliminares de la celebración de la cena pascual.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
—«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó al Señor:
—«¿Quién es?».
Le contestó Jesús:
«Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás.
Entonces Jesús le dijo:
—«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús:
—«Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy, vosotros no podéis ir»».
Simón Pedro le dijo:
—«Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
—«a donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde».
Pedro replicó:
—«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
—«¿Con que darás tu vida por mí?
Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Adoremos a Jesús, el salvador de la humanidad, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró nuestra vida y, pidámosle, humildemente y con fe:
En tu bondad, escúchanos, Señor.
- Por la Iglesia difundida en todo el mundo, unida en la celebración de la Semana Santa, sobre todo en los países donde el Evangelio es prohibido, para que pueda llevar a cabo su misión de guía y maestra sin ceder a los miedos y a los compromisos. Oremos.
- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y todas las personas consagradas, para que, como Simón Pedro, pueden reunir en sí mismas gestos valientes de dedicación y amor. Que su seguimiento esté entretejido por la humildad y arraigado únicamente en la fidelidad de Dios hacia ellos. Oremos.
- – Por la paz en el mundo, especialmente en las regiones donde hay focos de violencia y de guerra: que la comunidad internacional pueda encontrar caminos de mediación para restablecer la concordia e impulsar la unión entre los pueblos, razas y religiones. Oremos.
- – Por todas las personas que en nuestro país y en todo el mundo viven el drama del desempleo: que nunca sean vencidos por la desesperación, sino que en la fe encuentren los caminos para soportar las fatigas y sufrimientos y vivir con esperanza y confianza. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, al conmemorar el máximo sacrificio de amor que hizo Jesús por nosotros, podamos disponernos a amar sin reservas a nuestros hermanos, ayudándoles a que encuentren sentido a su existencia, aún en la pobreza extrema o el dolor profundo, que los hace participar, también, de la cruz del Señor. Oremos.
Presidente: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta, confiando en que siempre las atiendes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Pidiendo al Señor que nuestras ofrendas produzcan en nosotros abundantes frutos de vida eterna, llevemos al altar los dones de pan y vino.
Comunión.
En su última cena, Jesús se quedó bajo las especies de pan y vino. En su presencia real, hoy se nos ofrece como alimento imperecedero. Acudamos a recibirle.
Final
Queridos hermanos, avanzamos en la celebración de la Semana Santa. Vayamos a nuestros hogares a compartir lo que hemos celebrado y a vivir en oración, preparándonos para la pascua.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.