Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la celebración eucarística de hoy, jueves de la décimo quinta semana, jueves eucarístico y de oración por nuestros sacerdotes.
El mensaje que nos trae la primera la liturgia de hoy es muy consolador para todos los que vamos por este mundo cansados y agobiados. Encaminemos nuestros pasos hacia Jesús y comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Éxodo 3, 13-20)
Según el texto que escucharemos hoy del libro del Éxodo, Moisés cree en la promesa de Dios y acepta la misión que se le encomienda. A su vez, Dios, revela su nombre, acto que se convierte en el gran don que hace a su pueblo, la gran señal. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 3, 13-20
En aquellos días, Moisés, después de oír la voz del Señor desde la zarza ardiendo, le replicó:
—«Mira, yo iré a los israelitas y les diré: «El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros». Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿Qué les respondo?».
Dios dijo a Moisés:
—«»Soy el que soy»; esto dirás a los israelitas: «‘Yo-soy’ me envía a vosotros»».
Dios añadió:
—«Esto dirás a los israelitas: «Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación».
Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: «El Señor, Dios de vuestros padres, de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha dicho: ‘Os tengo presentes y veo cómo os tratan los egipcios. He decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel'».
Ellos te harán caso, y tú, con los ancianos de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: «El Señor Dios de los hebreos nos ha encontrado, y nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios».
Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar si no es a la fuerza; pero yo extenderé la mano, heriré a Egipto con prodigios que haré en el país, y entonces os dejará marchar».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 104)
Salmo responsorial: Salmo 104, 1 y 5. 8-9. 24-25. 26-27
Todo el éxodo es una manifestación nueva de la fidelidad de Dios a sus promesas. Con el salmo 104 recordamos los prodigios de Dios obrados en su pueblo y le alabamos diciendo todos:
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos. R.
Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam. R.
Monición al Evangelio (Mateo 11, 28-30)
Si el mensaje de la primera lectura era consolador para el pueblo de Israel, el que nos trae el Evangelio de San Mateo lo es para nosotros. Cantando el aleluya, preparémonos para la escucha atenta de este importante mensaje de actualidad.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
—«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Abramos nuestro corazón al Señor para tomar conciencia renovada de la necesidad de salvación y de felicidad, y para descubrir cada vez más la cercanía de Dios. Oremos diciendo:
Sostennos, Señor con tu presencia.
- Por la Iglesia misionera en el mundo, para que, con su presencia y su predicación, revele el rostro auténtico del Padre que quiere conducir a todos sus hijos a la libertad interior y exterior. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y los superiores de las comunidades religiosas, para que en el cumplimiento de su servicio de autoridad sean mediadores fieles y transparentes que buscan con intensidad y rectitud la voluntad del Padre, acogida y amada como vínculo de unidad de la comunidad cristiana que les ha sido confiada. Oremos.
- Por todos los que ejercen algún tipo de autoridad en el gobierno de las naciones, para lo hagan según el corazón de Dios, sin explotar, esclavizar o maltratar a la sociedad bajo su gobierno. Oremos.
- Por las comunidades civiles, religiosas o familiares que atraviesan la experiencia del conflicto y de la división, para que abran su corazón a la Palabra de Jesús que, invitando a la mansedumbre y a la humildad de corazón, calma la rebelión y libera de la presunción. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, atesoremos en nuestro corazón la Palabra que hemos escuchado y la llevemos inmediatamente a la práctica. Oremos.
Presidente. Padre santo, Dios con nosotros y para nosotros, libéranos de toda forma de esclavitud y atráenos con tu amor a la tierra de la libertad que restaura el alma y da la salvación que nos hace totalmente tuyos. Por Cristo nuestro Señor. -Amén.
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Presentación de las Ofrendas
Con el pan y vino que llevamos al altar, presentemos también al Señor nuestro cansancio y nuestras fatigas.
Comunión.
Si hay un momento en que Dios se nos revela como cercano es en la Eucaristía: Dios nos da su mejor alimento de vida, el Cuerpo y la Sangre del Resucitado. Ahora vayamos con fe y devoción a recibirle.
Final
Queridos hermanos, habiendo aprendido la lección para nuestras relaciones con los demás, para no parecernos a los sabios legalistas que agobian a los demás con sus normas y exigencias, sino a Jesús, que invita a ser fieles, pero se muestra comprensivo con las caídas y debilidades de sus seguidores, siempre dispuesto a ayudar y perdonar, vayamos a hacer vida esta Palabra.
Comentando las lecturas de hoy.
(Pbro. Miguel A. Soto)
El yugo suave y la carga liviana
Aunque la imagen del yugo, ya presente en el Antiguo Testamento (Jr 2,20; 5,5; Os 10,11), se refería corrientemente en el judaísmo a la ley de Dios escrita y oral, no constituía para los judíos piadosos una carga insoportable, ya que la ley era dulce como la miel del panal, motivo de complacencia y lámpara para los pasos de aquellos que la meditan de día de noche (cf. Sal 1; 19,8-15; 119). Tomar el yugo era también una expresión metafórica para referirse al discípulo que tomaba y aceptaba la doctrina de un maestro. Por eso en el libro del Sirácida (Eclo 51,23-27), la Sabiduría personificada invita a poner el cuello bajo su yugo, a fin de ser instruidos y de encontrar un gran descanso.
Cuando Jesús pide «Aprendan de mí», lo que nos está sugiriendo es que nos hagamos sus discípulos para encontrar el descanso en Él, que se pone de modelo para que lo imitemos.
El texto de hoy es necesario ponerlo en el contexto del capítulo 11 de San Mateo, específicamente en los versículos anteriores y posteriores. Previamente Jesús alaba al Padre por revelar los secretos del Reino a los más sencillos y ocultarlo a los sabios y entendidos. Posteriormente Jesús aparece en conflicto con los fariseos sobre el tema del cumplimiento de la ley del sábado. Los maestros judíos imponían una ley difícil de soportar, y de ahí dependía la fatiga y agobio de la gente, más que de las fatigas y dificultades de la vida.
Convertirse en seguidores de Jesús nos garantiza encontrar descanso en Él, y no significa que no haya que cumplir con ninguna obligación moral, siempre hay que cumplir las exigencias que implica ser cristiano; lo que sucede es que la carga que Jesús nos impone es ligera porque está basada en el amor. Ninguna exigencia moral del cristiano es carga; cumplirla nos trae paz, gozo y aligera las dificultades de la vida.
Solo al cumplir las normas o exigencias morales que Dios nos pide, evitaremos complicarnos la vida y vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás.
«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados», ese es el llamado más dulce que Jesús nos hace hoy. Si aún no nos hemos inscrito en la escuela de Jesús para convertirnos en sus discípulos, ahora es cuando. Las normas están en las Sagradas Escrituras y son de acceso libre y gratis para todos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.