Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Nos encontramos reunidos en este lugar santo, para celebrar juntos la santa misa, en el martes de la vigésimo sexta semana del tiempo ordinario. Sean todos bienvenidos.
Dios quiere que todos nos salvemos. Acogidos a ese deseo de Dios, nos unimos para seguirnos preparando en nuestro camino hacia la Jerusalén celestial.
Con mucha alegría, comencemos nuestra celebración, entonando juntos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Zacarías 8, 20-23)
Escucharemos dos oráculos más del profeta Zacarías, con los que no sólo anuncia el bienestar del pueblo en su vuelta a Sión, sino que afirma el carácter universal de la salvación que Dios tiene programada. Escuchemos con atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Zacarías 8, 20-23
Así dice el Señor de los ejércitos:
«Todavía vendrán pueblos y vecinos
de ciudades populosas;
los de una ciudad irán a los de otra y les dirán:
«Vamos a aplacar al Señor».
«Yo voy contigo a visitar al Señor de los ejércitos».
Así vendrán pueblos numerosos y naciones poderosas
a visitar al Señor de los ejércitos en Jerusalén
y a aplacar al Señor.
Así dice el Señor de los ejércitos:
En aquellos días,
diez hombres de cada lengua extranjera
agarrarán a un judío por la orla del manto
y le dirán:
«Vamos con vosotros,
pues hemos oído que Dios está con vosotros»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 86)
El salmo 86 es un canto de universalismo de una salvación total que Dios ofrece a todos en la nueva Jerusalén, la comunidad de los creyentes. Unámonos ahora al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 86, 1-3. 4-5. 6-7
R. Dios está con nosotros.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R.
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí». Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido de ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R.
Monición al Evangelio (Lucas 9, 51-56)
En el inicio de su viaje a Jerusalén, Jesús tiene que pasar por territorio samaritano y no es bien recibido, según el texto que leemos hoy del Evangelio de san Lucas.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-56
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
—«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre, que llama a todas las personas a hacer parte de su Reino de amor, elevemos nuestra oración diciendo:
Concédenos seguirte, Señor.
- Por la Iglesia, para que recuerde a los hombres la belleza de buscar el Reino de Dios con la vida. Que el Señor inflame los corazones de sus fieles con un ardiente deseo de Él, haciéndolos testigos de su amor. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, que a través de su lenguaje sencillo y directo muestre a los hombres y mujeres de nuestro tiempo la belleza del seguimiento y la alegría que viene del don total de la propia vida a Cristo. Oremos
- Por los que gobiernan las naciones, para que el Espíritu Santo abra sus corazones a la acogida de los que, exiliados de sus tierras, llegan en busca de refugio y respeto humano. Que sepan ir a su encuentro con espíritu de caridad fraterna. Oremos
- Por los que padecen enfermedades en estado terminal, para que la gracia que viene del Señor les dé consolación y fuerza en el camino hacia la Jerusalén del cielo. Oremos.
- Por toda esta comunidad, para que, reconociendo en el Señor Jesús la fuente de todo bien y de la felicidad verdadera, lleven su anuncio de alegría a los que encuentran en su camino. Oremos.
Presidente: Señor, Padre santo, escucha las oraciones que te hemos expresado y las que aún tenemos en nuestros corazones. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia