Monición de entrada
Para donde se celebra la memoria, ver: Moniciones y Lecturas Presentación de la Virgen María.
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la casa de Dios para la celebración eucarística, en el martes de la trigésimo tercera semana del tiempo ordinario.
Nos acercamos al Dios de la misericordia. Esa confianza nos permite llegar hasta este lugar y recibir su perdón, para participar de su banquete.
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Moniciones a las lecturas
Para donde se celebra la memoria, ver: Moniciones y Lecturas Presentación de la Virgen María.
Monición a la primera lectura (Macabeos 6, 18-31)
La lectura del libro de los Macabeos, que escucharemos hoy, nos relata el el ejemplo del anciano Eleazar, que se mantiene firme en su fe a pesar de las promesas y de las amenazas de los enemigos de Israel. Es en verdad admirable y aleccionador para sus contemporáneos y para nosotros, por eso escuchemos con mucha atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Macabeos 6, 18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.
Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.
Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido:
—«¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley».
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:
—«Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él».
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 3)
El ejemplo del noble y fiel Eleazar nos trae a los labios el canto del salmo 3. Lleno de confianza, el salmista espera seguro en el auxilio divino. Pongamos también nosotros nuestra confianza en Dios y digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 3, 2-3. 4-5. 6-7
R. El Señor me sostiene.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no le protege Dios». R.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R.
Monición al Evangelio (Lucas 19, 1-10)
La escena evangélica de hoy se desarrolla en Jericó. Atravesando Jesús la ciudad, la gente se agolpaba en torno a él. En ese escenario, san Lucas nos describe el caso de un hombre jefe de publícanos y rico, que también quería ver a Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Elevemos nuestras invocaciones al Señor que nos ama y conoce cada una de nuestras necesidades. Digamos con fe:
Cuida a tu pueblo, Señor.
- Por la Iglesia que vive en países donde es abiertamente hostilizada y perseguida. Que el Señor le dé la luz y la fuerza del Espíritu para que siempre sea testimonio de la verdad del Evangelio. Oremos.
- Por los mártires de estos últimos tiempos, para que su sacrificio sea voz autorizada para todos los bautizados y para todo hombre de buena voluntad, y que sirva de aliciente para promover formas de gobierno que respeten la libertad de religión. Oremos.
- Por los gobernantes y quienes manejan la economía de las naciones, para que tengan siempre en su corazón el bien común y sepan distribuir con justicia y equidad el patrimonio que les ha sido confiado. Oremos.
- Por los jóvenes apagados, desmotivados, que pierden su entusiasmo en las drogas, en el juego, en el alcohol. Que renazca en ellos el deseo de vivir con autenticidad, buscando, como Zaqueo, la felicidad y el sentido de la vida en el encuentro con Jesús. Oremos.
- Por esta comunidad reunida hoy en este lugar, para que siempre busquemos encontrarnos con la mirada de Jesús, usando todos los medios a nuestro alcance, confiados en que Dios es infinitamente misericordioso y nos acoge siempre para perdonarnos. Oremos.
Presidente: Señor de la vida, a quien no se le escapan nuestras fatigas y sufrimientos, posa también hoy tu mirada sobre nosotros, como lo hiciste con Zaqueo, y danos la alegría del encuentro contigo. Tu que vives y reinas siglos de los siglos. Amén.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.