Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el miércoles de la I semana del tiempo ordinario, les damos la más cordial de las bienvenidas a la casa de Dios para la celebración de la Santa Misa.
Como en aquellos tiempos, también nosotros nos acercamos a Jesús para que sane nuestras dolencias. La liturgia de hoy nos alienta con los milagros que Jesús realizaba entre las multitudes.
Confiados en el poder del Señor, comencemos la celebración de esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hebreos 2, 14-18)
La carta a los Hebreos trata de hacer comprender a los primeros cristianos la razón de los padecimientos y la muerte de Jesús, por la mutua relación entre el redentor y los redimidos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 14-18
Hermanos:
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 104)
Con el salmo 104, alabemos la fidelidad de Dios a sus promesas diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.
Monición al Evangelio (Marcos 1, 29-39)
El poder sanador de Jesús sigue causando mucha admiración entre sus oyentes, a tal grado que «todo el mundo lo busca». Escuchemos el relato de las curaciones que nos presenta San Marcos en el Evangelio de hoy.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—«Todo el mundo te busca».
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor, fiel a su alianza con la humanidad, elevemos nuestras oraciones diciendo con fe:
Acuérdate, Señor, de tu pueblo.
- Por la Iglesia difundida en todo el mundo, para que el Señor la haga cada vez más firme en la fe, transparente en el testimonio, sobre todo en los países donde se niega la libertad religiosa. Oremos.
- Por los que rigen los destinos de las naciones, para que sean fieles a sus promesas, como Dios lo es de las suyas, y le cumplan a los pueblos, luchando por el progreso y desarrollo de la sociedad. Oremos.
- Por las personas gravemente enfermas, para que el Señor que, muriendo en la cruz, compartió con toda la humanidad el sufrimiento, les dé consuelo a quienes están viviendo en la enfermedad y los haga partícipes de su pasión redentora. Oremos.
- Por todos nosotros, para que el Señor, que se retira a orar, nos enseñe a encontrar el tiempo necesario para nuestra oración personal y pode así estar con Él, sin vivir en la agitación y en la ansiedad. Oremos.
- Por todos los difuntos, para que el Señor, que ha arrancado al hombre de la esclavitud de la muerte, acoja en su Reino de paz a quienes en este día llamará a su presencia. Oremos.
Presidente: Señor, Dios fiel, te damos gracias y te bendeciremos porque siempre nos sostienes y nos cuidas a nosotros tus frágiles creaturas. Acoge estas oraciones para que podamos ser cada día más files a tu alianza. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con los dones de vino y pan, que llevamos al altar, presentemos también al Señor nuestras dolencias físicas y espirituales. Cantemos…
Comunión
«Que se alegren los que buscan al Señor» nos ha dicho el salmo de hoy. Acerquémonos a encontrarnos con Él en la comunión. Cantemos todos.
Final
Queridos hermanos, Dios se compadece de nuestras dolencias y viene en nuestro auxilio. Vayamos a nuestros hogares a ser compasivos también con todos los que nos rodean.
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Fuentes: Kuss, Otto, Carta a los Hebreos, Herder, Barcelona, 1977; Schmid, Josef, El Evangelio Según San Marcos, Herder, Barcelona, 1967; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.