Monición de entrada
Queridos hermanos, nos llena de mucha alegría recibirles en la casa de Dios para la celebración de la santa misa, en un día tan especial para todos los católicos, jueves eucarístico, en el que también celebramos la memoria de san José María de Yermo y Parres, Presbítero, fundador de la Congregación de las Siervas del Sagrado
Corazón de Jesús y de los Pobres. Sean todos bienvenidos.
Dios es compasivo y misericordioso con todos; siempre dispuesto a perdonarnos. Con un corazón arrepentido, venimos a sus pies. Con esa actitud comencemos la celebración de hoy, con el canto de entrada.
También te puede interesar:
- Moniciones para todos los días del ciclo B (2023-2024)
- ¿Qué son las moniciones en las celebraciones litúrgicas?
- La Oración Universal (Oración de los Fieles)
- Taller para lectores o proclamadores de la Palabra
- Cuál es el color y tamaño adecuado para el mantel del altar?
Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Corintios 15, 1-11)
El capítulo 15 de esta Carta de Pablo es largo y trata de uno de los temas que se ve que preocupaban más a los griegos : la resurrección. Escuchemos la primera parte de este capítulo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-11
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 117)
El centro de la predicación es la resurrección de Jesucristo. Ella es el culmen de las intervenciones salvíficas de Dios para rescatar a su pueblo. Ella es también prenda de nuestra vida y resurrección futuras. Esta vocación de vida nos hace agradecer y cantar la bondad del Señor, con el salmo 117, al que contestaremos todos:
Salmo responsorial: Salmo 117, 1-2. 16ab-17, 28
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo. R.
Monición al Evangelio (Lucas 7, 36-50)
El relato evangélico de hoy, Jesús muestra una gran madurez personal, al hacerse cargo perfectamente de una situación que se da entre el fariseo Simón, que ha invitado a Jesús a comer, y una mujer pecadora.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
—«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora».
Jesús tomó la palabra y le dijo:
—«Simón, tengo algo que decirte».
El respondió:
—«Dímelo, maestro».
Jesús le dijo:
—«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?».
Simón contestó:
—«Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Jesús le dijo:
—«Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
—«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama».
Y a ella le dijo:
—«Tus pecados están perdonados».
Los demás convidados empezaron a decir entre sí:
—«¿Quién es esté, que hasta perdona pecados?».
Pero Jesús dijo a la mujer:
—«Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: En este día de la semana, ligado a la memoria de la institución de la Eucaristía, dirijamos a Dios Padre nuestra oración de agradecimiento y repitamos juntos:
Acoge nuestra acción de gracias, Señor.
- Por el don de la Iglesia, que es madre en el camino de la fe y nos abre el camino al encuentro con Cristo. Oremos.
- Por el Papa Francisco y los obispos, para que a través de su magisterio nos ayuden a crecer arraigados y fundamentados en el Evangelio. Oremos.
- Por los sacerdotes, que en el sacramento de la reconciliación han recogido y enjugado las lágrimas de nuestras confesiones abriéndonos al abrazo misericordioso del Padre. Oremos.
- Por todos los consagrados y consagradas, que, dedicando su vida al Señor, difunden en la Iglesia el perfume de la gratuidad del amor y del abandono confidente en la ternura del Padre. Oremos.
- Por todos los convertidos al Evangelio, en quienes podemos ver la obra de la gracia acogida por la libertad humana. Oremos.
- Por todas las veces en las que, dilatando nuestro corazón a la comprensión y a la acogida, hemos dado el perdón y sembrado la paz. Oremos.
Presidente: Dios, Padre de ternura y de misericordia, conserva siempre en nosotros un corazón capaz de reconocer y alabar la obra de tu Providencia de amor. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
También te puede interesar:
- Moniciones para todos los días del ciclo B (2023-2024)
- ¿Qué son las moniciones en las celebraciones litúrgicas?
- La Oración Universal (Oración de los Fieles)
- Taller para lectores o proclamadores de la Palabra
- Cuál es el color y tamaño adecuado para el mantel del altar?
Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia