Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el día miércoles de la vigésimo cuarta semana del tiempo ordinario, nos complace recibirles en la casa de Dios para la celebración de la misa diaria. Hoy también celebramos la memoria de san Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús. Sean todos bienvenidos.
La liturgia de hoy nos invita a vivir unidos por la caridad. Abramos nuestro corazón para recibir su mensaje y participar plenamente de estos sagrados misterios. Iniciamos con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Corintios 12, 31—13, 13)
Escucharemos hoy uno de los textos más bellos de san Pablo: su himno a la caridad . Ayer hablaba de los diferentes carismas que hay en una comunidad cristiana, que deben tender a la vida y unidad del cuerpo. Hoy expone cuál es el carisma mejor. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31—13, 13
Hermanos:
Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.
¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.
Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.
En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
En el pueblo escogido de Dios hay un lazo profundo de unión: el amor, que es vida de Dios participada por el Espíritu. Con el salmo 32 alabemos a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 32, 2-3. 4-5. 12 y 22
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
Monición al Evangelio (Lucas 7, 31-35)
En el pasaje evangélico de hoy, Jesús hace una interrogante que va dirigida también a nuestra generación, sobre todo a aquellos que demuestran no tener buena voluntad ante la persona de Cristo y su mensaje sobre el reino de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor:
—«¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos?
Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis».
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado en el día de nuestro Bautismo. Invoquemos juntos a Dios Padre para que seamos íntimamente dóciles a su acción y digamos:
Renuévanos, oh Dios, en tu amor.
- Por la Iglesia, para que esté animada por la presencia de hombres y mujeres de caridad, buscadores apasionados de Dios y testimonio del mejor camino para encontrarlo. Oremos.
- Por el presbiterio diocesano reunido en torno a nuestro obispo N., para que, dando testimonio de una fraternidad ejemplar, sea himno vivo a la caridad y difunda sus notas en nuestra Iglesia particular. Oremos.
- Por los pueblos heridos por la violencia, la injusticia, la persecución, para que, guardando la esperanza del bien, no se dejen contagiar por la lógica del mal. Oremos.
- Por nosotros, convocados a esta celebración eucarística, para que la sabiduría del Evangelio haga mella en nuestro corazón, liberándolo de la indiferencia frente al mensaje de Jesús y del rechazo a todo esfuerzo ascético. Oremos.
Presidente: Dios Padre, omnipotente en el amor, acoge nuestro deseo de llegar a ser adultos en la fe y de anclamos a aquello que permanece para siempre. To lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
Presentación de las ofrendas
Llevemos al altar vino y pan, fruto de nuestro esfuerzo por construir un mundo más fraterno.
Comunión
Comer el Cuerpo de Cristo nos une como hermanos y nos hace vivir la caridad de la que nos habla san Pablo. Vayamos cantando a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia