Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, sean todos bienvenidos a la santa misa de hoy, martes de la décimo quinta semana del tiempo ordinario.
Hoy celebramos también la memoria de Nuestra Señora del Carmen, quien prometió su auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.
Dios siempre nos llama a la conversion. Dispongamos nuestro corazón para dar signos de ese cambio de vida y comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Isaías 7, 1-9)
En el texto de hoy, el profeta Isaías recuerda al rey y a las clases dirigentes los criterios de fidelidad religiosa que deben seguir. Isaías recibe el encargo de tranquilizar al rey, y lo hace en nombre de Yahvé, el Dios fiel, que seguirá apoyando a la dinastía de David, la línea de la promesa mesiánica. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 7, 1-9
Reinaba en Judá Acaz, hijo de Yotán, hijo de Ozías. Rasín, rey de Damasco, y Pecaj, hijo de Romelía, rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no lograron conquistarla.
Llegó la noticia al heredero de David:
—«Los sirios acampan en Efraín».
Y se agitó su corazón y el del pueblo, como se agitan los árboles del bosque con el viento.
Entonces el Señor dijo a Isaías:
—«Sal al encuentro de Acaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la Alberca de Arriba, junto a la Calzada del Batanero, y le dirás: «¡Vigilancia y calma! No temas, no te acobardes ante esos dos cabos de tizones humeantes, la ira ardiente de Rasín y los sirios y del hijo de Romelía. Aunque tramen tu ruina diciendo: ‘Subamos contra Judá, sitiémosla, apoderémonos de ella, y nombraremos en ella rey al hijo de Tabeel’.
Así dice el Señor: No se cumplirá ni sucederá: Damasco es capital de Siria, y Rasín, capitán de Damasco; Samaria es capital de Efraín, y el hijo de Romelía, capitán de Samaria. Dentro de cinco o seis años, Efraín, destruido, dejará de ser pueblo. Si no creéis, no subsistiréis»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 47)
El salmo 47 insiste en esta confianza, basada en el amor que Dios tiene a Jerusalén. Alabemos por eso a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 47, 2-3a. 3b-4. 5-6. 7-8
R. Dios ha fundado su ciudad para siempre.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R.
El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos. R.
Allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis. R.
Monición al Evangelio (Mateo 11, 20-24)
Terminado el discurso misionero de Jesús, comienza hoy, en el evangelio de Mateo, una sección narrativa en que van tomando relieve la incredulidad y el rechazo de Jesús por
parte de los jefes del pueblo judío. Preparémonos para escuchar a continuación una recriminación de Cristo a tres florecientes ciudades galileas que bordeaban el lago de Tiberíades: Corozaín, Betsaida y Cafarnaún.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido:
—«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy.
Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Jesús reprocha, disgustado, a las ciudades incapaces de reconocer a visita. Oremos para que seamos capaces de abrir los ojos y no ere el corazón frente a lo que el Señor hace en nuestra historia. Digamos juntos:
Abre nuestros ojos, Señor.
- Por la Iglesia, pueblo de Dios en camino: que reconozca la presencis de Dios en la historia de la humanidad y sepa señalar su presencia a todos los hombres. Oremos.
- Para que se abran los ojos y el corazón de aquellos que en nuestra sociedad civil tienen la responsabilidad de gobernar, para que, conscientes o no de que todo viene de Dios, reconozcan el verdadero bien para nuestro pueblo. Oremos.
- Para que el Señor acoja y escuche el grito de los pobres, la soledad del corazón de quien no conoce a Dios, de quien lo evade y de quien le teme, para que todos puedan gozar la plenitud de su amor. Oremos.
- Por todos nosotros que participamos en la Eucaristía: que nuestros ojos sepan reconocer la abundancia del prodigio que se realiza, por nosotros y por todos, en este misterio. Oremos.
Presidente: Ayúdanos, Señor Jesús, a tener fija la mirada en ti y a no despreciar ninguna de tus palabras, para que nuestra vida sea reflejo de tu presencia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino que llevamos al altar, presentamos al Señor nuestro deseo de conversión.
Comunión.
Cristo, nuestra liberación, está realmente presente en el pan y el vino consagrados. Vayamos con fe a comulgar.
Final
Queridos hermanos, después de finalizar la misa de hoy, en la que Dios nos ha motivado para crecer como personas y como cristianos en dimensión personal y en relación comunitaria, vayamos a vivir nuestra vida en coherencia con lo que hoy hemos aprendido.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.