Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Con la más cordial de las bienvenidas les recibimos en la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa, en el martes de la vigésimo cuarta semana del tiempo ordinario, en el que celebramos la memoria de Santa Hildegarda de Bingen, Virgen y Doctora de la Iglesia; también la de san Roberto Belarmino, Obispo y Doctor de la Iglesia.
Hoy la liturgia nos invita a reflexionar sobre la unidad en la diversidad de dones. Dispuestos a servir ahí donde Dios nos necesita, iniciemos la celebración eucarística de hoy con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Corintios 12, 12-14. 27-31a)
En la primeera lectura, san Pablo utiliza la imagen del cuerpo para ilustrar la diversidad de dones y funciones en la Iglesia, y para convencer a la comunidad de los Corintios que tienen que construir entre todos una Iglesia más unida.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-14. 27-31a
Hermanos:
Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 99)
El ser y sentirnos pueblo de Dios —y eso es la Iglesia— nos hace dar gracias y bendecir el nombre del Señor. Él, pastor de este gran rebaño, porque es bueno, misericordioso y fiel, nos ha congregado y nos ha hecho pueblo de su propiedad. Por eso, con el salmo 99, alabemos a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 99, 2. 3. 4. 5
R. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.
Monición al Evangelio (Lucas 7, 11-17)
La escena evangélica de hoy, pone de relieve el corazón de Cristo, lleno de humanidad,
que se compadece del dolor de los que sufren sufren y les alivia con sus palabras , sus gestos y sus milagros!
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:
—«No llores».
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
—«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo:
—«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Animados por el mismo Espíritu, presentemos con confianza al Padre nuestra súplica y repitamos juntos:
Visita a tu pueblo, Señor.
- Por la Iglesia, cuerpo de Cristo, para que el Espíritu Santo anime a sus miembros para que cooperen en armonía y al servicio del Reino. Oremos.
- Por todos los pastores del pueblo de Dios: para que se hagan cercanos a cada uno de sus fieles y recorran a su lado el camino de la historia, para compartir con ellos las alegrías y fatigas y ser signo vivo de la visita de Dios a su pueblo. Oremos.
- Por los que revisten cargos de gobierno, de enseñanza, de asistencia: que, libres de la búsqueda de sí mismos, se dediquen al servicio de la dignidad del hombre y del bien común. Oremos.
- Por los cónyuges que viven la experiencia de la viudez y por los padres que sufren la pérdida de un hijo: para que puedan experimentar la gran compasión de Jesús que se acerca a ellos en su Palabra y en la Eucaristía para enjugar sus lágrimas interiores y exteriores. Oremos.
- Por nosotros aquí presentes: para que, libres de todo ánimo de competencia y dóciles a la acción del Espíritu, podamos desear intensamente el carisma más grande. Oremos.
Presidente: Dios, Padre santo, que tienes compasión de nuestra indigencia, ven en nuestro auxilio y cólmanos de los dones de tu Espiritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino que llevamos al altar, presentamos también nuestras preocupaciones, para que Dios se encargue de ellas.
Comunión.
Cristo, compasivo y misericordioso, nos muestra su amor quedándose en el Pan y el Vino. Acerquémonos con fe a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia