Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean bienvenidos a la casa de Dios para la celebración eucarística de hoy, miércoles de la trigésimo primera semana del tiempo ordinario.
Al estar aquí ya hemos hecho ciertas renuncias para poder seguir a Jesús. Que la participación en la misa diaria nos permita seguirle incondicionalmente.
Con esos deseos, iniciamos nuestra celebración, con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Filipenses 2, 12-18)
San Pablo, a sus comunidades, las exhorta siempre a crecer, a seguir trabajando, a madurar todavía más en su fe. Las recomendaciones son bien sustanciosas y muy importantes para nuestra comunidad, por eso escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 12-18
Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor.
Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir. El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y, aun en el caso de que mi sangre haya de derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la mía.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 26)
El salmo 26 es un salmo de total confianza y esperanza. Toda la vida del cristiano es una vida en la luz, porque Jesucristo es luz; y es una vida salvada, por que Jesús es salvación para todo el que cree en Él, aun en medio de los mayores peligros. Manifestemos nuestra esperanza y confianza en Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 4. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Monición al Evangelio (Lucas 14, 25-33)
Jesús continúa su viaje de subida a Jerusalén, donde le espera el destino del mesías paciente. En este contexto dinámico del camino, san Lucas nos habla sobre el lugar que debe ocupar Jesús en nuestra vida y lo que implica seguirle.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
—«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Cada día el Señor nos pide que tomemos decisiones radicales; a Él pidamos hoy el coraje de seguirlo. Por eso digamos:
Concédenos tu alegría, Señor.
- Por la Iglesia: para que el Señor le conceda a cada cristiano el coraje de construir su propia vida siguiendo completamente la voluntad del Padre, abandonando las dudas y los miedos. Oremos.
- Por el Papa y los sacerdotes: que siempre sean anunciadores alegres del Evangelio, cuidando y ayudando, con la fuerza del Espíritu, a toda creatura de Dios. Oremos.
- Por los jóvenes: para que, unidos en el Señor, tengan la fuerza de ir contracorriente, obedeciendo la voz de Dios, sin avergonzarse y sin llegar a compromisos desagradables. Oremos.
- Por los pobres: para que no sean abandonados a sí mismos, sino que encuentren en las instituciones y en la solidaridad concreta de los hermanos la posibilidad de volver a empezar una nueva vida. Oremos.
Presidente: Padre, no permitas que el miedo y las incomprensiones nos alejen de ti, sino guíanos siempre hacia tu Reino. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con nuestra disposición a cargar con la cruz de Cristo, llevemos al altar las ofrendas de pan y vino.
Comunión
Por salvarnos, Cristo renunció a todo, incluso a su vida. Para darnos vida, nos ofrece su Cuerpo y su Sangre.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia