Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos en el Señor, sean bienvenidos a la santa misa de hoy, con la que cerramos la décima semana del tiempo ordinario.
La liturgia de hoy nos deja claro de que todos tenemos en este mundo una misión que cumplir. Dispuestos a ello, comencemos la santa misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Reyes 19, 19-21)
Continuando con la lectura del libro de los Reyes, en el texto de hoy empieza el «ciclo de Eliseo», que, como Elías, luchará a favor de la verdadera alianza con Dios y que se convertirá en un personaje importante de la historia de Israel en el siglo IX antes de Cristo. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 19-21
En aquellos días, Elías se marchó del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
—«Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo».
Elías le dijo:
—«Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?».
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 15)
Elíseo ha respondido con generosidad: ha deshecho lo suyo y se ha entregado al Señor en la persona de su profeta. Con el salmo 15 cantamos el gozo de la entrega: el Señor mismo se convierte en la heredad del llamado. Unámonos al salmista diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Monición al Evangelio (Mateo 5, 33-37)
Seguimos leyendo el discurso del monte según la espléndida composición literaria de Mateo. Y seguimos con las antítesis de Jesús. Si las tres anteriores se referían a las relaciones humanas, la de hoy, que es la cuarta, toca un deber para con Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir «sí» o «no». Lo que pasa de ahí viene del Maligno».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El Señor nos llama a su seguimiento en la cotidianidad. Respondamos a la invitación que hoy nos hace diciendo:
Haznos capaces de servirte, Señor.
- Por los sacerdotes, para que respondan a la llamada originaria con adhesión constante renovada a diario. Que nunca consideren como empleo la misión que el Señor les ha confiado y respondan a ella con el don total de si. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, para que consideren siempre el ejercicio de sus cargos como una verdadera vocación al servicio del pueblo que los eligió. Oremos.
- Por las víctimas de los desastres naturales, para que encuentren pronto la ayuda que necesitan para continuar su vida con normalidad. Oremos.
- Por todos nosotros, para que atendamos sin miedo el llamado que Dios nos hace a ponernos a su servicio. Oremos.
Presidente: Padre, enséñanos a proclamarte Señor de nuestra vida y a seguirte en d lento despojo de nosotros mismos para poder ponernos a tu servicio. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Bendiciendo al Señor por los frutos del campo, llevemos ahora al altar nuestros dones de pan y vino. Cantemos todos.
Comunión.
Jesús, que recupera el centro y el espíritu de la ley, nos invita a participar de su banquete. Acudamos a comulgar.
Final
Queridos hermanos, con la alegría de saber que a Dios todos le somos útiles y que a cada uno nos llama a una misión, vayamos a vivir ese llamado, sirviendo a nuestros semejantes.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia,