Monición de entrada
Queridos hermanos, con la más cordial bienvenida les recibimos en la casa de Dios, para celebrar la Santa Misa en el decimosegundo domingo del Tiempo Ordinario.
Hoy empezaremos a escuchar algunos milagros de Jesús en el Evangelio de San Marcos. Después de la doctrina vienen las obras de Jesús, sobre todo las obras
milagrosas. Así, con palabras y obras va revelando que el Reino de Dios,
la fuerza salvadora de Dios, ya está presente y que está actuando en este
mundo.
Con la disposición de dejar a Dios actuar en cada uno de nosotros, comencemos la celebración de estos misterios. De pie, cantamos…
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Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
Dios no tiene rival, su dominio es indiscutible, y así lo expresa el libro de Job. El evangelio de Marcos, desde la certeza de que Jesús es Dios, lo muestra calmando la tempestad que amenazaba las vidas y la fe de los discípulos. Esa fe en Dios todopoderoso provoca el cambio de vida, del que nos habla San Pablo.
Escuchemos atentos esta Santa Palabra.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Job 38, 1. 8-11)
Después de un largo silencio ante las quejas de Job por el mal que existe en el mundo y que a él le ha afectado su propia carne, Dios contesta finalmente. Hoy leemos un breve pasaje de esta respuesta. Escuchemos.
Salmo responsorial (Salmo 106)
Ante las amenazas del viento y las olas, el salmo 106 nos lleva a dejar que prevalezca la confianza en el poder y la bondad de Dios. Manifestemos esta confianza diciendo todos:
Segunda lectura (2 Corintios 5, 14-17)
Pablo reflexiona sobre el cambio que para él ha supuesto la fe en Cristo, y
el que debería representar para todos los cristianos. Escuchemos estas reflexiones de su segunda carta a los habitantes de Corinto.
Evangelio (Marcos 4, 35-40)
Escuchemos a continuación un relato breve pero muy vivo sobre un milagro realizado por Jesús, que nos hace examinar nuestro grado de confianza en el poder de Dios.
Cantemos antes el aleluya. De pie, por favor.
Oración de los fieles
Con la fe que nos ha renacido de la Palabra que hoy hemos escuchado, elevemos confiados nuestras plegarias al Señor.
Contestaremos todos: Ven en nuestra ayuda, Señor
- Por la Iglesia, para que no prime el esfuerzo de los particulares, sino que el proyecto común sea expresión de unidad y testimonio de una misión que llama a poner en el centro a Cristo y no las iniciativas del hombre. Oremos.
- Por la paz de los pueblos, para que todos aprendamos a vivir en armonía y los gobiernos luchen por erradicar los signos de violencia. Oremos.
- Por todos los que sufren en el mundo, para que la fe en Dios todopoderoso les haga posible una vida más justa y plena. Oremos.
- Por todos los aquí presentes, para que reconozcamos el poder infinito de Dios y no busquemos soluciones a nuestros problemas en los poderes de este mundo. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Presentemos al Señor los dones de Pan y vino, fruto del trabajo del hombre y que se convertirán en nuestro alimento que da vida eterna.
Comunión
En el camino de nuestra vida, peregrinos hacia el cielo, necesitamos la fortaleza del alimento que Dios nos ofrece en cada Eucaristía. Comulguemos con fe el Pan que nos prepara para seguir el camino sin desfallecer.
Final
La fe que hemos fortalecido hoy con los misterios celebrados, debe ser compartida en el mundo que nos espera allá afuera. Vayamos a anunciar en él lo que creemos, y que aquí terminamos de celebrar.