Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). En el jueves de la segunda semana de Cuaresma, día especialmente dedicado a Jesús Sacramentado, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para la celebración eucarística de hoy.
Dispongamos nuestro corazón y abramos nuestros oídos para que la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos, siga transformando nuestra vida en este camino cuaresmal.
Comencemos la celebración eucarística de hoy con el canto de entrada. De pie, por favor y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Jr. 17, 5-10)
Leeremos un mensaje de Jeremías para el pueblo de Israel, siempre tentado de
olvidar a Dios y poner su confianza en alianzas humanas, militares, económicas o políticas. Escuchemos este mensaje que es también para nosotros, sobre todo en este tiempo en que el camino cuaresmal nos invita a reorientar nuestras vidas
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 17, 5-10
Así dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre,
y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa,
no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá,
su hoja estará verde;
en año de sequía no se inquieta,
no deja de dar fruto.
Nada más falso y enfermo que el corazón:
¿Quién lo entenderá?
Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas,
para dar al hombre según su conducta,
según el fruto de sus acciones».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 1)
En respuesta a la primera lectura, pongamos nuestra confianza en Dios, y no en las fuerzas humanas, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Monición al Evangelio (Lc 16, 19-31)
En el evangelio que escucharemos, Jesús contrapone la dispar suerte final del rico Epulón y del pobre Lázaro, una parábola con la finalidad de afirmar la peligrosidad de la riqueza, porque fácilmente crea olvido de Dios, sordera a su palabra y cerrazón al prójimo.
Con el canto dispongámonos a escuchar el Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó:
«Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas».
Pero Abrahán le contestó:
«Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros».
El rico insistió:
«Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento».
Abrahán le dice:
«Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen».
El rico contestó:
«No, padre Abrahán.
Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán».
Abrahán le dijo:
«Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto»».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Dios juzga de un modo distinto a nosotros y socorre al justo que ha puesto en Él su confianza. Con los mismos sentimientos de Lázaro, digamos puesto
Ven en nuestra ayuda, Señor.
- Por la Iglesia, para que invoque del Espíritu la capacidad de ver y comprender las innumerables enseñanzas que la Palabra de Dios le da y que tenga el coraje de hacer de ellas un auténtico programa de vida. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, para que luchen porque los países que disfrutan de la riqueza no se cierren en la indiferencia y en la autosuficiencia, sino que, abandonando las lógicas de explotación, utilicen los recursos económicos como medios para glorificar a Dios y ayudar a los países subdesarrollados. Oremos.
- Por los que viven en precarias condiciones económicas y por quienes han perdido su trabajo y tienen miedo del futuro, para que, sostenidos por la diligencia de los hermanos, crean y esperen en la riqueza que el Señor promete a quien confía en Él. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, iluminados por la Palabra que se nos ha proclamado este día, aprendamos confiar en Dios y a compartir los bienes que Dios nos ha dado, con aquellos que más lo necesitan. Oremos.
Presidente: Dios, rico en benevolencia, escucha nuestras plegarias y sánanos de la indiferencia, para que aprendamos a compartir con los demás. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con nuestra confianza puesta en el Señor, llevemos ahora al altar los dones de pan y vino.
Comunión.
En el Pan y el Vino consagrados, convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, se nos ofrece la Vida eterna. Acudamos con fe a recibirle.
Final
Queridos hermanos, al finalizar la misa de hoy, vayamos a romper la malla del egoísmo acaparador, liberándonos del afán de poseer, gastar y consumir, para que no nos habituemos nunca a las desigualdades ni nos cerremos a Dios y a los hermanos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.