Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, hoy nos reunimos para celebrar la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, considerada una de las fiestas más populares de las que la Iglesia dedica a la Virgen María, que aparece además como modelo de lo que es y espera ser toda la comunidad cristiana.
La asunción de María es una fiesta que confirma nuestra esperanza cristiana: hay resurrección, hay salvación para el hombre. Con esa confianza puesta en la vida eterna, iniciemos la celebración de esta gran solemnidad mariana, cantando con alegría. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Apocalipsis)
Con un lenguaje simbólico, el libro del Apocalipsis nos habla hoy de la batalla entablada entre el bien y el mal, entre una mujer coronada de estrellas y el destructor. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo:
—«Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 44)
El salmo 44 resalta también la figura de una mujer, presente en el triunfo de Dios. Con el salmista diremos juntos:
Salmo responsorial: Salmo 44, 10bc. 11-12ab. 16 (R.: 10b)
R. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R.
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R.
Monición a la segunda lectura (1 Corintios 15, 20-27a)
En el capítulo que dedica al tema de la resurrección de los muertos, Pablo transmite a los cristianos de Corinto su convicción de que nuestra resurrección es lógica consecuencia de la de Cristo. Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 1, 39-56)
En el Evangelio de hoy escucharemos un himno de alabanza a Dios, el Magníficat, que Lucas pone en labios de María de Nazaret, es un canto «pascual» que agradece a Dios que sabe enaltecer a los humildes. Como ha resucitado a Cristo Jesús de entre los
muertos, así Dios protege al pueblo elegido y, también, ha hecho maravillas
en la Madre del Mesías.
Preparémonos entonando el aleluya para la escucha de esta palabra.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
—«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
—«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: En María Santísima, asunta al cielo, la Iglesia contempla su destino de gloria y belleza. A su intercesión confiamos los deseos y súplicas de nuestro corazón diciendo todos: Renuévanos, Señor, por la gloria de tu amor.
- Por la Iglesia, que en María Santísima contempla reflejada su propia imagen, para que a través de su obra apostólica eduque a sus hijos en la virginidad del corazón. Oremos.
- Por los sacerdotes, los misioneros, los consagrados y todos los responsables de anunciar el Evangelio de la vida en tierras difíciles y pobres, para que nunca les falte el consuelo y la oración de toda la Iglesia, y encuentren corazones sedientos de Dios y del mensaje del Evangelio. Oremos.
- Por los responsables de las naciones, para que, a imitación de María Santísima, sean atentos y solícitos en la búsqueda del bien común y en la custodia de la dignidad humana. Oremos.
- Por los que han perdido la alegría de vivir a causa de los acontecimientos de su historia y de las contradicciones de su propia vida, para que encuentren de nuevo el deseo del camino y la esperanza de una vida mejor. Oremos.
- Por los aquí reunidos, para que, reconociendo en María el modelo auténtico e ideal de la humanidad redimida, seamos atraídos por su ejemplo y sostenidos en el peregrinaje de la fe hacia nuestra madurez cristiana. Oremos.
Presidente: Dios, Padre Omnipotente, que en María Santísima has realizado grandes cosas, renueva en nosotros los prodigios de tu amor. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
María hizo ofrenda de su Hijo al mundo, para que todos los pueblos en él tengan vida abundante. Del mismo modo, con el pan y el vino llevamos los dones de nuestro trabajo para que haya vida en todos los hogares del mundo. Cantamos…
Comunión
María vivió la plena comunión con Dios uno y trino. Nosotros la imitamos uniéndonos al Cuerpo de Jesús, del que nada podrá separarnos. Con esta intención nos acercamos a comulgar cantando…
Final
Después de haber celebrado juntos esta Solemne Eucaristía, vayamos a nuestros hogares a practicar las virtudes de nuestra madre, la Virgen María y proclamar ante el mundo las maravillas que Dios ha realizado en cada uno de nosotros.
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Fuentes: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 – Los Domingos Ciclo B, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo B, Editorial Verbo Divino, 2010; Bartolomé, Juan J., El Corazón de la Palabra Ciclo B, Editorial CCS; Gutiérrez, Guillermo, Hablaré de Ti a mis hermanos Ciclo B, La Palabra de Dios de los domingos y fiestas, Palabra Viva (2008)