Monición de entrada
Tengan todos muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Al iniciar las misas diarias de la vigésimo octava semana del tiempo ordinario, nos llena de mucha alegría recibirles en la casa de Dios.
Es nuestra fe la que nos mueve, sin pedir «pruebas» o «signos» a Dios en nuestra vida. Por eso, con esa misma seguridad, iniciemos nuestra celebración de hoy entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Romanos 1, 1-7)
Durante cuatro semanas, leeremos, como primera lectura, la carta de san Pablo a los Romanos, a quienes tiene que presentarse, porque no le conocen. Hoy leemos el saludo a «todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo» ,
PRIMERA LECTURA
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1, 1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 97)
El universalismo se fue abriendo paso en la historia de Israel, pues la salvación es
para todos. Al recordar en la lectura la predicación a los gentiles de Roma, cantamos con el salmo 97 la revelación universal de las maravillas de
Dios. Hagámoslo diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor da a conocer su victoria.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Monición al Evangelio (Lucas 11, 29-32)
En el texto evangélico que escucharemos hoy, san Lucas nos muestra la negativa de Jesús a dar una señal espectacular que avale su persona.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
—«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: En el misterio de la Pascua que se reactualiza en el banquete eucarístico que estamos celebrando, el Señor Jesús nos ha dejado el signo más grande de su amor. Dirijámonos a Él para que nos haga capaces de participar con verdadera fe y profundo amor en esta Eucaristía. Por eso, digamos todos:
Convierte nuestro corazón, Señor.
- Por la Iglesia, para que sea el lugar donde todo hombre pueda ver el signo del amor del Señor, para abrirse a su presencia y dejarse transforma por El. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, por todos los obispos, los presbíteros y los diáconos, para que sean signo de la misericordia de Dios, instrumentos dóciles en sus manos y anunciadores incansables de su amor que invita a la conversión. Oremos.
- Por la salvación del mundo, para que todo hombre busque a Dios sin pedir «muestras» de su existencia ni de su poderío, sino que, por fe, se adhieran a las promesas de Dios. Oremos.
- Por todos los que, viviendo sin la fe, buscan un signo de la presencial de Dios, para que se abran al signo de su Pascua para dejarse iluminar por el misterio de vida nueva que mana de él. Oremos.
- Por todos nosotros, para que sepamos leer los signos de amor el que Señor pone en nuestro camino, para reconocerlo presente y acoger cada invitación que nos dirige. Oremos.
Presidente: Señor, concédenos saber reconocer los signos de tu amor, para que no nos encerremos en nuestra incredulidad, sino que vayamos a ti con profunda alegría. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.