Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Nos llena de regocijo tenerles en este lugar santo para la celebración de la santa misa, en el martes de la octava semana del tiempo ordinario, última misa antes de iniciar el camino cuaresmal.
Hemos dejado nuestros que haceres cotidianos para reunirnos en torno al altar y eso tendrá una recompensa. Dispongamos todo nuestro ser para celebrar estos misterios y comencemos con el canto de entrada. De pie, y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Sirácida 35, 1-15)
El libro de Sirácida nos hace una comparación entre la «liturgia» y la «caridad», tratando de conseguir un equilibrio entre las dos dimensiones en la vida del creyente. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Sirácida 35, 1-15
El que observa la ley hace una buena ofrenda,
el que guarda los mandamientos
ofrece sacrificio de acción de gracias;
el que hace favores ofrenda flor de harina,
el que da limosna ofrece sacrificio de alabanza.
Apartarse del mal es agradable a Dios,
apartarse de la injusticia es expiación.
No te presentes a Dios con las manos vacías;
esto es lo que pide la ley.
La ofrenda del justo enriquece el altar,
y su aroma llega hasta el Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado,
su ofrenda memorial no se olvidará.
Honra al Señor con generosidad
y no seas mezquino en tus ofrendas;
cuando ofreces, pon buena cara,
y paga de buena gana los diezmos.
Da al Altísimo como él te dio:
generosamente, según tus posibilidades,
porque el Señor sabe pagar
y te dará siete veces más.
No lo sobornes, porque no lo acepta,
no confíes en sacrificios injustos;
porque es un Dios justo,
que no puede ser parcial.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 49)
El salmo 49 es un perfecto comentario aplicado a las palabras que hemos escuchado en la primera lectura. Pidamos a Dios nos ayude en nuestra transformación interna y nos dé la salvación, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 49, 5-6. 7-8. 14 y 23
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio».
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R.
«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
—yo, Dios, tu Dios—.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí». R.
«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R.
Monición al Evangelio (Mc. 10, 28-31)
En el texto evangélico de hoy, Pedro, en nombre de sus compañeros, quiere sacar consecuencias personales de lo dicho por Jesús respecto de su seguimiento mediante el total desapego de los bienes. Cantemos primero el aleluya para escuchar esta Buena Nueva.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
—«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
—«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones—, y en la edad futura, vida eterna.
Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor, que es siempre fiel y da a cada uno el céntuplo de lo que le damos a Él, digamos con fe:
Escucha a tu pueblo, Señor.
- Por la Iglesia, para que lleve de nuevo a sus fieles a la alegría, a la pureza del corazón y a la alabanza como sacrificio grato al Señor. Oremos.
- Por el Santo Padre y todos los obispos y sacerdotes, para que sepan comunicar con el testimonio de su vida que dejar todo para seguir al Señor Jesús, haciendo de Él el fin de la propia existencia, da alegría y sentido, y permite vivir su fidelidad. Oremos.
- Por los jefes de las naciones, para que el Señor abra su corazón a la escucha de su voz, para que, caminando por las vías de la justicia, se comprometan en el servicio al pueblo. Oremos.
- Por los que viven en la soberbia, en el apego a los bienes, en el desinterés por el prójimo, que el Espíritu Santo los ilumine y les conceda descubrir la alegría oculta en el don de sí y en la apertura al otro, ayudando al que más lo necesita. Oremos.
- Por todos nosotros, para que Dios nos conceda la gracia de la salvación y poder recibir la vida eterna, como recompensa por dejarlo todo por Él. Oremos.
Presidente: Padre santo, que nos das la vida eterna, escucha las oraciones que te hemos presentado con la simplicidad de hijos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Seguros de que Dios no nos dejará sin recompensa por todas nuestras ofrendas, llevemos al altar nuestros dones de pan y vino, y ofrezcamos también a Dios nuestra ofrenda económica.
Comunión.
Cristo nos ha prometido una vida eterna si comemos su Cuerpo y bebemos su sangre. Acerquémonos con fe a recibirle.
Final
Queridos hermanos, vayamos a vivir según la Palabra que hemos escuchado hoy, sin apego a los bienes materiales y no buscando siempre los primeros puestos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.