Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Al iniciar las misas diarias de la vigésimo novena semana del tiempo ordinario, nos llena de mucho gozo tenerles en la casa de Dios para la celebración de hoy, en la que también recordamos a Santa Úrsula y compañeras mártires, vírgenes que entregaron su vida por Cristo.
Abrahán es un modelo de fe a seguir. Así nos lo sigue presentando san Pablo y nos disponemos a aprender de él.
Con el deseo de que Dios aumente nuestra fe, iniciemos nuestra celebración de hoy con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Romanos 4, 20-25)
Toda esta semana y parte de la siguiente continuamos con nuestra lectura de la carta a los Efesios. Pablo ya ha descrito cuál es el admirable misterio que Dios nos ha revelado en Jesús. Escuchemos con atención el contraste que nos presenta hoy..
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 1-10
Hermanos:
Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos has hecho vivir con Cristo —por pura gracia estáis salvados—, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 99 )
Porque somos de Dios, en Cristo volvemos de nuevo a Él. Jesús ha obrado la reconciliación, sacándonos de las tinieblas en las que vivíamos. Somos pueblo y rebaño de Dios, y por eso nos mostramos agradecidos, con el salmo 99, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 99, 2. 3. 4. 5
R. El Señor nos hizo y somos suyos.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.
Monición al Evangelio (Lucas 12, 13-21)
En el pasaje que leemos hoy del Evangelio de san Lucas, Jesús deja claro que no ha venido a servir de árbitro en asuntos de política o economía. Lo que le interesa es evangelizar y llamar la atención sobre los valores más profundos. Por eso aprovecha la pregunta que le hacen, para darles una gran lección.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
—«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le contestó:
—«Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?».
Y dijo a la gente:
—«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
—«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha».
Y se dijo:
«Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo:
«Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?».
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor, que nos invita a acumular riquezas en el cielo haciendo obras de caridad, confiemos nuestras oraciones diciendo:
Señor, sálvanos.
- Por la Iglesia: para que con la autoridad que el Señor le ha conferido, pueda siempre ser operadora de paz, interviniendo en la solución de conflictos, y ser instrumento de salvación y de perdón. Oremos.
- Por el papa Francisco: que su palabra pueda recordar a todo hombre el valor de la solidaridad y nos enseñe a seguir al Señor tomando decisiones radicales conformes al Evangelio. Oremos.
- Por los responsables de las naciones: que sus programas políticos tengan como objetivo el bien común, para permitir una vida digna a todo hombre y no la acumulación de riquezas y de poder en las manos de pocos. Oremos.
- Por los que son llamados a juzgar en procesos difíciles y peligrosos. Que se dejen guiar por el Espíritu y, con el apoyo y la protección de las instituciones, tomen sus decisiones basados en la justicia y no en el miedo. Oremos.
Presidente: Dios, que nos has preparado un lugar en cielo, dígnate escuchar nuestras necesidades. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las ofrendas
Porque «El Señor es bueno, su misericordia es eterna», la tierra nos da sus frutos y nos permite presentar los dones de pan y vino.
Comunión
Dios nos ha salvado por su gracia y nos otorga la vida eterna al comer el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Acerquémonos a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia