Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la celebración eucarística de hoy, martes de la vigésimo novena semana del tiempo ordinario, día en que también celebramos la memoria de San Juan Pablo II, papa.
El acento escatológico que tienen las lecturas de hoy nos ponen en alerta y nos recuerdan la actitud vigilante que debe prevalecer siempre en nosotros.
Con esa actitud, iniciemos nuestra celebración de hoy con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Efesios 2, 12-22)
Hablando de los que provienen del paganismo y los que pertenecían al pueblo israelita, san Pablo resalta que ahora todos estamos unidos por el mismo Jesús. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 12-22
Hermanos:
Antes no teníais un Mesías, erais extranjeros a la ciudadanía de Israel y ajenos a las instituciones portadoras de la promesa. En el mundo no teníais ni esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 84)
El anuncio de paz que resonó como presagio de salvación en toda la historia de Israel —sobre todo en los momentos más difíciles y
desesperados— tiene su realización completa en Jesucristo. Por eso alabemos a Dios, con el salmo 84 diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14
R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.
Monición al Evangelio (Lucas 12, 35-38)
Estos días escucharemos varias recomendaciones de Jesús sobre la vigilancia, la actitud de espera activa y despierta que él pide a los suyos. Hoy Jesús hará uso de una parábola para ponernos en actitud de espera de su segunda y definitiva venida.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El Señor nos pide orar incesantemente. A Él dirijamos con confianza nuestras oraciones diciendo:
Concédenos tu paz, Señor.
- Por la Iglesia: que, fundada en la fe de los apóstoles, crezca en la unidad y en la acogida, para que sea instrumento de salvación según el corazón de Dios. Oremos.
- Por el Santo Padre: para que su labor sea signo y testimonio del amor del Padre celestial que quiere hacer de la humanidad una única familia. Oremos.
- Por los pueblos víctimas de la guerra: que el Señor consuele su dolor e inspire en los corazones de sus gobernantes propósitos de paz y solidaridad, para que se elimine todo tipo de armamento y se defienda la vida de toda persona. Oremos.
- Por todos los que tienen dudas en el corazón: que en la oración descubran la alegría y la paz que mana del seguimiento del Señor con confianza y coraje. Oremos.
Presidente: Dios, que has enviado a tu Hijo a traer la paz, escucha las oraciones que hoy esta comunidad te ha dirigido. Él vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las ofrendas
«El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto», nos ha dicho el salmo de hoy. Del fruto de la tierra, ahora presentamos nuestros dones de pan y vino.
Comunión
Cristo, que nos ha pedido que permanezcamos vigilantes, nos acompaña y alimenta con su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia