Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el martes de la segunda semana del tiempo ordinario nos da mucha alegría recibirles en este lugar para la celebración eucarística.
Hoy la Palabra de Dios nos alienta en nuestra esperanza para permanecer firmes en la fe a pesar de las dificultades.
Pongamos en manos de Dios las adversidades de la vida y comencemos con alegría esta santa misa. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (I libro de Samuel 16, 1-13)
Continuando con la historia de los reyes de Israel, empezaremos hoy a escuchar la de David, el rey ideal y carismático por excelencia; uno de los personajes más importantes del Antiguo Testamento. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura el primer libro de Samuel 16, 1-13
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
—«¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí».
Samuel contestó:
—«¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata».
El Señor le dijo:
—«Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga».
Samuel hizo lo que le mandó el Señor.
Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro:
—«¿Vienes en son de paz?».
Respondió:
—«Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio».
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegaron, vio a Eliab y se dijo:
— «Sin duda está ante el Señor su ungido».
Pero el Señor dijo a Samuel:
—«No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón».
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel dijo:
—«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor».
Jesé hizo pasar a Sama; y Samuel dijo:
—«Tampoco a éste lo ha elegido el Señor».
Hizo pasar Jesé sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo:
—«A ninguno de éstos ha elegido el Señor».
Preguntó entonces Samuel a Jesé:
—«¿No quedan ya más muchachos?».
El respondió:
—«Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño».
Dijo entonces Samuel a Jesé:
—«Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido».
Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo el Señor:
—«Levántate y úngelo, porque éste es».
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
Samuel emprendió la vuelta a Ramá.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 88)
Cantamos con el salmo la elección y unción de David. En lo pequeño se ha revelado el poder del Señor. A sí se verá más claro que es Yahvé el que da la fuerza, el valor y la victoria; Él, que es Padre y Roca salvadora, es el que da la grandeza y el poder. Alabémoslo por eso, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 88, 20. 21-22. 27-28
R. Encontré a David mi siervo.
Un día hablaste en visión a tus amigos:
He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo. R.
Encontré a David mi siervo
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.
El me invocará: Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora,
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra. R.
Monición al Evangelio (Marcos 2, 23-28)
El Evangelio de San Marcos nos sigue mostrando más razones del enfrentamiento de Jesús con los fariseos. Si ayer el motivo era el ayuno, ahora es el sábado, una institución intocable para el pueblo de Israel.
De pie, cantemos el aleluya para prepararnos a la escucha del Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28
Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:
—«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les respondió:
—«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros».
Y añadió:
—«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: «El hombre ve la apariencia, el Señor ve el corazón». Con la certeza de que Dios ve y conoce nuestras necesidades, nuestras esperanza, muestras preocupaciones, elevemos confiados nuestra oración y digamos:
Escucha, Señor, al pueblo que te invoca.
- Por el papa, los obispos y los sacerdotes, para que sepan conducir al rebaño asignado por el Señor, dejándose guiar por el Espíritu Santo. Oremos.
- Por la paz entre las naciones, en los países, en las familias, entre nosotros. Que el Señor nos enseñe a dialogar con franqueza y caridad como Él hacía con los que lo contradecían, para que toda relación sea siempre un camino abierto hacia la paz, la verdad y la justicia. Oremos.
- Por los niños que aún hoy en muchas partes del mundo mueren a causa del hambre. Que se alcancen pronto acuerdos que permitan distribuir equitativamente los bienes de la tierra y se ponga fin al es cándalo de la divergencia entre países ricos y países pobres. Oremos.
- Por todos nosotros, para que utilicemos el domingo para el encuentro con Dios, con la comunidad y la naturaleza. Oremos.
Presidente: Señor, ayúdanos a mirar la realidad y nuestra vida con tus ojos misericordiosos; ayúdanos a ver más allá de las apariencias de la ley ayúdanos a reconocer los dones que continuamente siembras en nuestra cotidianidad. Todo esto te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén
Presentación de las Ofrendas
Porque «grandes son las obras del Señor», hoy llevamos al altar, con gratitud, nuestras ofrendas de pan y vino.
Comunión
«El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón», nos ha dicho la primera lectura. Con un corazón contrito y humillado, acerquémonos cantando a comulgar.
Final
Queridos hermanos, la Palabra de Dios nos ha animado en nuestro camino de fe. Vayamos a hacer que cobren ánimo y fuerza también otros que buscan refugio y no lo han encontrado en nada ni en nadie, para animarles en su esperanza.
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Fuentes: Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.