Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches), amados hermanos. Nos da mucha alegría tenerles en la casa de Dios para la celebración eucarística en el miércoles de la tercera semana del tiempo ordinario.
La Palabra de Dios va a ser sembrada hoy en nuestros corazones. Preparémonos para que pueda producir en cada uno el fruto deseado por Dios.
Con esa disposición comenzamos esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (2 Samuel 7, 4-17)
David no se conformaba con haber traído el Arca a Jerusalén, llevado de su espíritu religioso y, buscando la unidad política de todas las tribus en torno a Jerusalén, quería construir a Dios un templo, y así se lo hizo saber al profeta Natán. En la lectura de hoy escucharemos la respuesta de Dios, por medio del profeta.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-17
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
—«Ve y dile a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?».
Pues bien, di esto a mi siervo David: «Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel.
Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra.
Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía.
Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza.
Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.
Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre»».
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 88)
Con el salmo 88, cantamos la alianza de Dios con David. Es un acto de la misericordia del Señor, que no le retirará su favor. Unámonos al salmista diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 88, 4-5. 27-28. 29-30
R. Le mantendré eternamente mi favor.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R.
«Él me invocará:
«Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra». R.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo. R.
Monición al Evangelio (Marcos 4, 1-20)
Con el capítulo 4 del Evangelio de San Marcos, comenzamos hoy una serie de cinco parábolas con las que Jesús nos describe el Reino de Dios. Iniciamos hoy con la del sembrador. Preparémonos cantando para escuchar el Evangelio. De pie, por favor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar:
—«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
—«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo:
—«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen»».
Y añadió:
—«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El señor no se cansa de renovar su alianza con nosotros, más allá de nuestras debilidades e infidelidades. Pidamos la gracia de acoger siempre su amor. Digamos con fe:
Pon tu tienda en medio de nosotros, Señor.
- Por los que se dedican a la construcción de nuevas iglesias en las regiones y países donde no hay lugares de culto. Que estén atentos a las exigencias de los fieles y de la tradición eclesial, y que encuentren el apoyo de los gobiernos locales. Oremos.
- Por el Papa y todos los pastores de la Iglesia. Que sean respaldados por la presencia amorosa de Dios que camina con ellos, y que en su rarea de guías y maestros tengan siempre en el corazón el bien de la grey que les ha sido confiada. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, para que lo hagan siempre con justicia y equidad. Oremos.
- Por los que no tienen un techo donde vivir o viven en el miedo de perder su casa por la precariedad de la situación económica. Que los gobiernos sean capaces de defender el derecho de toda persona a tener una morada segura y promueva leyes que favorezcan a los más pobres. Oremos.
- Por todos los difuntos. Que puedan gozar del reposo prometido a David y acompañar con su oración el camino de la Iglesia peregrina en la tierra. Oremos.
Presidente: Tú. Señor, has dicho que «no nos quitarás jamás tu amor, y nosotros tenemos fe en tu Palabra. Haz que esta semilla caiga en el terreno de nuestro corazón y no sea sofocada, sino que encuentre nueva fuerza en tu acogida de muestras oraciones. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. -Amén.
Presentación de las Ofrendas
Al llevar nuestros dones de pan y vino al altar, presentamos al Señor nuestra tierra fértil, para que pueda producir el ciento por uno.,
Comunión
La Eucaristía nos hace partícipes de la victoria de Cristo contra el pecado. Acerquémonos con devoción a comulgar y cantamos todos.
Final
Queridos hermanos, al retirarnos a nuestros hogares, debe hacer eco en cada uno de nosotros el llamado de Jesús a hacer producir al ciento por uno la Palabra que hemos escuchado. Vayamos a practicar lo que aquí hemos aprendido.
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Fuentes: Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia