Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan muy buenos días (tardes, noches). Con la más cordial bienvenida les recibimos en la casa de Dios para celebrar la Santa Misa en el miércoles de la vigésimo primera semana del tiempo ordinario.
Hoy celebramos la memoria de san Agustín, un gran santo que dio testimonio de una vida totalmente consagrada a la búsqueda de Dios y al servicio de la Iglesia, que es, para él, tanto la comunidad de fieles reunidos en Hipona, como el cuerpo de Cristo, extendido
en todo el mundo.
Dispongámonos a la escucha de la Palabra, que nos llama a dejar la hipocresía y ser cristianos auténticos, santos como san Agustín.
Comencemos nuestra celebración, entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (2 Tesalonicenses 3, 6-10. 16-18)
Terminamos hoy la lectura de la segunda carta de san Pablo a los de Tesalónica: y lo hacemos con una descalificación a los que no quieren trabajar. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 6-10. 16-18
En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros.
Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma.
Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros.
La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 127)
El salmo nos lleva a meditar en la dicha de una vida honrada y trabajadora. Comer del fruto del propio trabajo es un consuelo. Igual que fue para Pablo, así debe ser también para todo hombre. El temor del Señor lleva a esta actitud vigilante y operativa.Manifestemos eso diciendo, con el salmo 127:
Salmo responsorial: Salmo 127, 1-2. 4-5
R. Dichosos los que temen al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
Monición al Evangelio (Mateo 23, 27-32)
Con la sexta y séptima de las maldiciones concluye hoy el discurso imprecatorio de Jesús contra escribas y fariseos, según el Evangelio de San Mateo, con el denominador común de la hipocresía. Cantemos el aleluya para escuchar luego este texto.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
—«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Pongamos en las manos de Dios nuestras intenciones, seguros de que verdadera dicha viene del temor de Dios y de la relación confiada con Él. Oremos diciendo:
Acógenos, Señor.
- Por la Iglesia, que se manifiesta en nuestras comunidades diocesanas, parroquiales, religiosas. Que trabaje incansablemente por el anuncio del Evangelio para que todos puedan experimentar la cercanía del Señor Jesús. Oremos.
- Por los que tienen dificultades en el trabajo o desempeñan labores peligrosas para su vida y su salud, por los que son explotados o reci- ben un mal salario. Que todos, dignificados por el trabajo y por las fatigas cotidianas, encuentren reposo y consuelo en la certeza de que asi pueden contribuir a la obra de Dios. Oremos.
- Por las familias que están en crisis a causa de las dificultades econó micas y por todas las personas que han perdido o no encuentran tra- bajo; que ninguno viva en la desesperación y en el sentido de fracaso, sino que todos tengan pronto la posibilidad de llevar una vida digna y serena. Oremos.
- Por nuestros queridos difuntos y por aquellos por los ya nadie ora. Para que el Señor les permita participar de su gloria en los cielos junto a todos sus santos. Oremos.
Presidente: Dios bueno, dador de todo bien, escuchanos, te lo pedimos, y sostennos en la prueba. Por Cristo tu Hijo y nuestro Señor. -Amén.
Presentación de las Ofrendas
«El que no trabaja, que no coma», nos ha dicho san Pablo. Con los dones de pan y vino, fruto del trabajo del hombre, que llevamos al altar, presentemos también al Señor nuestros esfuerzos y fatigas de la vida diaria.
Comunión.
Cristo, que nos llama a ser cristianos auténticos, nos invita a comer de su Cuerpo y su Sangre para tener vida eterna.
Final
Queridos hermanos, pidiendo al Señor que nos convierta, de la hipocresía autosuficiente,
para que demos frutos abundantes de conversión, nos retiramos a nuestros hogares.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia