Monición de entrada
Queridos hermanos, con esta santa Misa finalizamos la vigésimo primera semana del tiempo ordinario y recordamos a nuestra Madre Celestial, la Santísima Virgen María. Sean todos bienvenidos.
Celebramos también la memoria de san Ramón Nonato. Su epíteto nonnatus (en latín: no nacido) se deriva de haber sido extraído del útero de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido.
Hoy terminaremos la lectura del Evangelio de San Mateo, con un discurso sobre el fin de los tiempos y el buen uso de los talentos. Estamos aquí porque queremos prepararnos para el momento final, poniendo todo al servicio del reino de Dios.
Conscientes de ello, dispongámonos a comenzar esta misa con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Corintios 1, 26-31)
La sabiduría de Dios nos sorprende hasta en la forma de elegir a sus servidores y seguidores. Escuchemos atentos..
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31
Hermanos, fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.
Y así —como dice la Escritura— «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
La grandeza del cristiano le viene de la elección. Lo mismo que al pueblo de Israel: su dicha no es su propia grandeza, sino el amor de Dios que lo eligió. Alabemos por eso a Dios, con el salmo 32, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 32, 12-13. 18-19. 20-21
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.
Monición al Evangelio (Mateo 25, 14-30)
Con otra parábola, concluye hoy el «discurso escatológico» de Jesús, sobre la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos ante la Venida del Señor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».
El señor le respondió:
«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».
Palabra del Señor.
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Oración de los fieles
Presidente: A Dios, Padre santo, que nos da el mandamiento del amor fraterno en la medida de su amor, dirijamos nuestra oración:
Haznos capaces de amar y ten piedad de nosotros.
- Por la Iglesia: para que con la debilidad de la cruz y la necedad de la predicación convierta los corazones más hostiles a la sabiduria del Evangelio y a la ternura del Padre. Oremos.
- Por el Santo Padre, los sacerdotes y todas las personas consagradas que reconozcan con gratitud los dones que el Señor les ha concedido y los pongan con alegría al servicio de los hermanos por el bien de todos y por la construcción de la ciudad de Dios en la ciudad de los hombres. Oremos.
- Por los que se sienten privados de la gracia de Dios, por los que creen no tener dones, por los que no saben reconocer en sí mismos la belleza que han recibido con la vida. Para que el Señor deposite en su corazón la certeza de que son amados y la alegría de poder servir a los hermanos en el don de sí mismos. Oremos.
- Por todos los que han muerto a causa de una muerte violenta e improvisa. Para que el Señor los acoja a todos en su abrazo misericor dioso y proteja a los familiares y amigos dándoles el consuelo del espíritu y la certeza de la vida eterna. Oremos.
Presidente: Dios, dador de todo don, acompáñanos en el descubrimiento de los talentos que has distribuido con generosidad a cada uno de nosotros y haz que sepamos disponernos al don de nosotros mismos. Acoge nuestras oraciones. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén
Presentación de las Ofrendas
Con los dones de pan y vino, presentemos al Señor nuestros talentos para el servicio del reino de Dios y de nuestros hermanos.
Comunión.
Cristo viene hoy y se hace presente en el Pan y el Vino consagrados. Vayamos con fe a comulgar.
Final
Queridos hermanos, vayamos a poner al servicio de Dios y de la Iglesia todos los talentos que Dios nos ha dado.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia