Monición de entrada
Queridos hermanos, con la alegría que nos provoca la presencia de ustedes en este lugar santo, nos disponemos a celebrar la última misa de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario, con la que celebramos también la memoria de san Clemente I, papa y mártir, tercer sucesor de Pedro.
Estamos cada vez más cerca del Adviento y con esta misa nos disponemos a dejar que el Señor vaya transformando nuestra vida con su presencia.
De pie y entonemos todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Apocalipsis 11, 4-12)
Siguiendo con la lectura del libro del Apocalipsis, con revelaciones a veces un tanto difíciles de entender, nos preparamos para escuchar el enigmático mensaje de hoy.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 4-12
Me fue dicho a mí, Juan:
—«Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie.
Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra».
Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo:
—«Subid aquí».
Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 143)
Con imágenes de combate se expresa la confianza en el Señor. En medio del peligro él es escudo, baluarte, alcázar. Esta protección segura de Dios nos lleva a terminar con la alabanza que le rendimos a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 143, 1. 2. 9-10
R. Bendito el Señor, mi Roca.
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R.
Monición al Evangelio (Lucas 20, 27-40)
El tema del evangelio de hoy es la resurrección de los muertos, introducido por una consulta capciosa de los saduceos a Jesús. Cantemos el aleluya para luego escuchar cómo Jesús sortea esa trampa puesta en dicha pregunta.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:
—«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella».
Jesús les contestó:
—«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
—«Bien dicho, Maestro».
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre, que nos ha donado, por medio de la resurrección de Jesucristo, la vida eterna, pidamos con confianza:
Concédenos, Señor, contemplar tu rostro.
- Por la Iglesia, para que, a través de la celebración eucarística que cada día anuncia la muerte y la resurrección de Jesús, llegue al corazón de las personas que, a causa del sincretismo religioso, son más propensas a creer en otros destinos, más que en la vida de bienaventuranza eterna en cuerpo y alma en la presencia de la Santísima Trinidad. Oremos.
- Por el Papa y los obispos, para que, a través de la predicación, enciendan en los corazones de los fieles el deseo de la patria celestial como fin último de esta vida terrena, para que vivan esta vida en plenitud y no caigan en el sinsentido que atormenta tantas existencias. Oremos.
- Por todas las personas que experimentan el vacío existencial y quieren quitarse la vida: para que, en lugar de recurrir a un gesto tan terrible, tengan la gracia de poner su vida en manos de Dios, el cual desea que todos sus hijos tengan la vida y la tengan en abundancia. Oremos.
- Por nuestros queridos difuntos: para que la gran misericordia del Señor los admita a la visión beatífica de su rostro como hijos que, en torno al Padre, gozan y hacen fiesta por su presencia. Oremos.
Presidente: Dios de los vivientes, que en boca de Jesús nos has dicho que en tu casa hay una morada para nosotros, concédenos, después de esta vida, llegar al lugar que desde la eternidad has preparado para nosotros. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Comunión
La vida futura será distinta a la actual. Al comulgar, Cristo nos da esa vida eterna.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.