Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el viernes de la segunda semana del tiempo ordinario nos da mucha alegría recibirles en este lugar para la celebración eucarística. Sean todos bienvenidos.
Estamos aquí, aceptando el llamado que Dios ya nos ha hecho a cada uno, como lo confirmarán las lecturas de hoy.
Vivamos nuestra vocación cristiana celebrando los sacramentos y comencemos esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Samuel 24, 3-21)
La pintoresca escena que leemos hoy, del libro de Samuel, pone de relieve la grandeza del corazón de David, perdonándole la vida a Saúl. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 24, 3-21
En aquellos días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades.
David y los suyos estaban en lo más hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres:
—«Este es el día del que te dijo el Señor: «Yo te entrego tu enemigo. Haz con él lo que quieras»».
Pero él les respondió:
—«¡Dios me libre de hacer eso a mi Señor, el ungido del Señor, extender la mano contra él!».
Y les prohibió enérgicamente echarse contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del manto, aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el borde del manto.
Cuando Saúl salió de la cueva y siguió su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó:
—«¡Majestad! Saúl se volvió a ver, y David se postró rostro en tierra rindiéndole vasallaje».
Le dijo:
—«¿Por qué haces caso a lo que dice la gente, que David anda buscando tu ruina? Mira, lo estás viendo hoy con tus propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder dentro de la cueva; me dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no extendería la mano contra mi señor, porque eres el Ungido del Señor. Padre mío, mira en mi mano el borde de tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que tú me acechas para matarme. Que el Señor sea nuestro juez. Y que él me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti. Como dice el viejo refrán: «La maldad sale de los malos», mi mano no se alzará contra ti. ¿Tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién vas persiguiendo? ¡A un perro muerto, a una pulga! El Señor sea juez y sentencie nuestro pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano».
Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó:
—«Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo mío?».
Luego levantó la voz, llorando, mientras decía a David:
—«¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y tú no me mataste. Porque si uno encuentra a su enemigo, ¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho conmigo! Ahora, mira, sé que tú serás rey y que el reino de Israel se consolidará en tu mano».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 84)
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dios rodea de misericordia y protección a David, que se muestra misericordioso y noble, como lo hemos escuchado en la primera lectura. Unámonos al salmista ahora diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 56, 2. 3-4. 6 y 11
R. Misericordia, Dios mío Misericordia.
Misericordia, Dios mío Misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
Me refugio a la sombra de tus alas,
mientras pasa la calamidad. R.
Invoco al Dios altísimo,
Al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. R.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad que alcanza las nubes. R.
Monición al Evangelio (Marcos 3, 13-19)
El Evangelio de San Marcos nos cuenta cómo Jesús, después de dar a conocer su poder a través de varios milagros y haber comenzado el anuncio de la Buena Nueva de salvación, finalmente elige a doce, que a partir de ahora estarán con Él y le seguirán a todas partes.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce:
Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges —Los Truenos—, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Con confianza elevemos al Padre nuestras oraciones, seguros de que nos escuchará y nos concederá lo que es bueno para la vida de la Iglesia y de la humanidad. Digamos juntos:
Guía nuestros pasos a tu luz, Señor.
- Por la Iglesia, en particular por las comunidades de fieles que son perseguidas y se encuentran en países en donde no hay libertad religiosa. Que nunca les falte la oración ni la fuerza del Espíritu Santo, para que sean testimonio de paz y presencia que perdona, dando luz y esperanza a los pueblos. Oremos.
- Por el Papa Francisco, por los obispos y los sacerdotes. Para que en la jerarquía eclesiástica siempre haya respeto y obediencia filial, y para que cada comunidad camine en espíritu de unidad y armonía como una sola grey bajo el único Pastor. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, para que siempre respeten la vida y la dignidad de las personas. Que eviten la aprobación de leyes que promuevan el aborto y la eutanasia. Oremos.
- Por los padres ancianos, enfermos o inválidos. Que siempre encuentren el respeto y cuidado de sus hijos, como Saúl fue respetado en su autoridad por David. Que en su vejez puedan gozar de la alegría del recogimiento y gozar de la belleza del calor familiar. Oremos.
- Por los docentes y los educadores. Que en la relación con las jóvenes generaciones siempre haya diálogo, atención, estima reciproca. Que las jóvenes encuentren en la escuela un punto de referencia válido para su crecimiento y que los docentes se sientan responsables de la formación y maduración humana de sus estudiantes. Oremos.
Presidente: Señor, que sigues renovando tus prodigios en la historia, concédenos ojos capaces de reconocerte en las circunstancias alegres y en las desagradables, y que podamos bendecirte siempre, porque tú eres Dios, fuente de todo bien, y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Por la bondad de Dios, que es más grande que los cielos, la tierra nos da sus frutos, de los cuales obtenemos el vino y el pan, que ahora llevamos al altar.
Comunión
Cristo, también nos ha llamado a nosotros y hoy quiere compartir su banquete con cada uno de sus elegidos. Acerquémonos con esa fe a comulgar.
Final
Queridos hermanos, en una elección gratuita Dios ha seleccionado a un grupo de doce. También a nosotros nos ha elegido para formar parte de esta Iglesia Apostólica. Nos ha elegido gratuitamente para la fe cristiana y ahora nos vamos a nuestros hogares a vivir esa fe.
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Fuentes: Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.