Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el viernes de la trigésima primera semana, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para celebrar la santa misa, en la que recordamos a san Deodato, papa.
Al participar en esta misa, estamos dando pasos firmes para conseguir nuestra salvación. Pidamos a Dios que nos dé la astucia suficiente para aprovechar todo lo que esté a nuestra disposición para conseguir ese fin.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Filipenses 3, 17—4, 1)
Si ayer se puso san Pablo como ejemplo de los que han sabido descubrir a Cristo en su vida y dejar por Él otras posibilidades que tenían, hoy se vuelve a poner como ejemplo, en cuanto al estilo de vida. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17—4, 1
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 121)
Los que hemos sido salvados por Jesucristo y hemos creído en esa salvación, caminamos seguros y confiados, como ciudadanos del cielo. Nuestro fin será nuestra propia transformación. Con el salmista cantamos la alegría de nuestro caminar hacia la meta. Nuestra Jerusalén es la celeste, en donde encontramos la presencia definitiva de nuestro Salvador. Por eso digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 121, 1-2. 4-5
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
Monición al Evangelio (Lucas 16, 1-8)
Usando una parábola, que puede parecer desconcertante, Jesús nos da una lección para que trabajemos con astucia, con sagacidad, para asegurarnos nuestra propia salvación, que es nuestro porvenir.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
«¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido».
El administrador se puso a echar sus cálculos:
«¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa».
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo dijo al primero:
«¿Cuánto debes a mi amo?».
Éste respondió:
«Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta».
Luego dijo a otro:
«Y tú, ¿cuánto debes?».
Él contestó:
«Cien fanegas de trigo».
Le dijo:
«Aquí está tu recibo, escribe ochenta».
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El Señor quiere que seamos prudentes y estemos atentos a la manifestación del Reino. Dirijámosle nuestras oraciones diciendo:
Escúchanos, Señor.
- Por la Iglesia: para que cada día permanezca firme en el Señor, sin dejarse encantar por los bienes terrenales, sino caminando con la mirada fija en la meta celestial. Oremos.
- Por el Papa: que pueda guiar siempre a la Iglesia con sabiduría, indicando a todos los hombres el camino para ser portadores de luz y de esperanza en el mundo. Oremos.
- Por todos los cristianos: que cada uno de nosotros se comprometa a vivir con responsabilidad la fe que ha recibido y, descubriendo en el hermano el rostro vivo de Cristo, aprendamos a participar totalmente de su sufrimiento y de su alegría. Oremos.
- Por los gobernantes: para que su poder esté al servicio del bien común, para promover iniciativas a favor del crecimiento integral de toda persona y garantizando a todos el respeto de sus derechos fundamentales. Oremos.
Presidente: Padre, que nos has preparado un lugar junto a ti, concédenos la fuerza de acoger las pruebas y de vivirlas como un medio de purificación. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las ofrendas
Viviendo el «hoy» con alegría, coherencia y vigilancia, presentemos al Señor el vino y el pan.
Comunión
Como hijos de la luz, reconocemos la presencia real de Cristo en la hostia consagrada. Vayamos con fe a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia