Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean todos bienvenidos a la casa de Dios para la celebración eucarística de hoy, martes de la décimo séptima semana del tiempo ordinario, día en que celebramos la memoria de los santos Marta, María y Lázaro, amigos de Jesús.
Estos tres santos formaban aquella familia de Betania que se había hecho muy amiga de Jesús y le hospedaba cuando pasaba por allí. Hospedémosle también nosotros en nuestro hogar y en nuestro corazón, y comencemos con fe la celebración de esta santa misa.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Éxodo 33, 7-11; 34, 5b-9. 28)
Dos pasajes distintos aparecen hoy en la lectura del libro del Éxodo: el que se refiere a la «tienda del encuentro», junto al campamento, y el diálogo de Moisés con Dios, en la montaña. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 33, 7-11; 34, 5b-9. 28
En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenía que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro.
Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés.
Cuando el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda.
El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda.
Y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando:
—«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación».
Moisés al momento, se inclinó y se echó por tierra.
Y le dijo:
—«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».
Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 102)
Por lo escuchado en la primera lectura, nos hemos encontrado con un Dios compasivo y misericordioso, perdonador de las culpas y acogedor hasta el extremo. Al proclamar la misericordia del Señor tenemos presente la historia de nuestras infidelidades, y las sentimos perdonadas. Por eso, con el salmo 102 decimos todos:
Salmo responsorial: Salmo 102, 6-7. 8-9. 10-11. 12-13
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.
Monición al Evangelio (Jn. 11, 19-27)
La escena evangélica de hoy resalta la figura de Marta, como «la orante» y como «la creyente». No sólo sabe cocinar bien; es una mujer de fe. Preparémonos para la escucha atenta del Evangelio de hoy.
.EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
—«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
—«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
—«Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dice:
—«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
—«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Que el celo y la fe de los santos Marta, María y Lázaro nos animen a dirigirnos al Señor con franqueza y confianza. Pidámosle diciendo:
Concédenos, Señor, un corazón disponible.
- Por la Iglesia, pueblo que camina en el mundo como en un tiempo Jesús cruzaba por las aldeas, para que pueda siempre tener el coraje de entrar en las casas, en las comunidades, en la vida de cada hombre, para llevar a todos la luz del Evangelio. Oremos.
- Por el Papa León XIV, los obispos, los sacerdotes y los diáconos, para que entre ellos estén unidos por el común impulso pastoral, por la misma pasión por la humanidad, por la tenacidad de la amistad que Jesús mismo vivió en la casa de Betania con María, Lázaro y Marta. Oremos.
- Por todas las mujeres que en tantos países son explotadas en el trabajo, abusadas, obligadas al aborto, para que sobre cada sufrimiento que ve al «genio femenino» privado de su dignidad, la intercesión de santa Marta, mujer sencilla de fe firme, pueda sanar todas las heridas y devolver la esperanza y el deseo de vivir. Oremos.
- Por todos nosotros, para que santa Marta nos enseñe a profesar nuestra fe en Jesús, Hijo de Dios, en todas las situaciones de nuestra vida y nos enseñe la alegría de la acogida, del servicio y del gusto de hacer la voluntad de Dios. Oremos.
Presidente: Padre bueno, te damos gracias porque has dado a tu Iglesia la figura sencilla y espontánea de santa Marta, tan cercana a nosotros. Con su misma franqueza te hemos dirigido nuestras oraciones. Atiéndelas según tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor. -Amén.
Presentación de las Ofrendas
Llevamos ahora al altar nuestras ofrendas de vino y pan. Junto a ellos, presentamos a Dios nuestros agradecimientos por su misericordia con cada uno de nosotros.
Comunión.
Dios quiere ser siempre nuestro alimento en el camino hacia la Patria celestial. Acudamos a recibirle.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.