Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Es un gusto poder recibirles en la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa, en el jueves de la III semana de Adviento.
El Señor está cerca de nosotros y nos escucha cuando le invocamos. Esa confianza nos mueve a reunirnos nuevamente para celebrar esta Santa Misa, con el deseo de seguir preparando nuestros corazones para la llegada del Mesías, esperado por el antiguo pueblo de Israel en su primera venida, y ahora por nosotros, en su segunda venida.
Alegras por la proximidad de las fiestas navideñas, comencemos esta santa misa con el canto de entrada. De pie, cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Isaías 54, 1-10)
El poema que leemos hoy en Isaías está lleno de imágenes sorprendentes que nos muestran los planes de salvación que Dios tiene para con su pueblo. Es un mensaje muy importante también para nosotros, por lo que debemos escucharlo con mucha atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 54, 1-10
Alégrate, la estéril, que no dabas a luz,
rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores:
porque la abandonada tendrá más hijos
que la casada —dice el Señor—.
Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega sin miedo tus lonas,
alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas,
porque te extenderás a derecha e izquierda.
Tu estirpe heredará las naciones
y poblará ciudades desiertas.
No temas, no tendrás que avergonzarte,
no te sonrojes, que no te afrentarán.
Olvidarás la vergüenza de tu soltería,
ya no recordarás la afrenta de tu viudez.
El que te hizo te tomará por esposa:
su nombre es Señor de los ejércitos.
Tu redentor es el Santo de Israel,
se llama Dios de toda la tierra.
Como a mujer abandonada y abatida
te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
-dice tu Dios-.
Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira
te escondí un instante mi rostro,
pero con misericordia eterna te quiero
—dice el Señor, tu redentor—.
Me sucede como en tiempo de Noé:
juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti
ni amenazarte.
Aunque se retiren los montes
y vacilen las colinas,
no se retirará de ti mi misericordia,
ni mi alianza de paz vacilará
—dice el Señor que te quiere—.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 29)
Con el salmo 29 elevamos nuestra acción de gracias a Dios por la salvación que nos otorgó en Cristo Jesús. Lo hacemos diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas;
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Monición al Evangelio (Lucas 7, 24-30)
El Evangelio de San Lucas, nos hace escuchar de nuevo una alabanza del Bautista, en labios del mismo Jesús. Siendo Juan uno de los personajes importantes de este Adviento, aprendamos lo que Jesús nos dice sobre este gran profeta.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 24-30
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios.
Entonces, ¿Qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito:
«Yo envío mi mensajero delante de ti
para que prepare el camino ante ti».
Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él».
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: «Escucha, Señor, y ten piedad de mí. Señor, socórreme», hemos dicho con el salmo de hoy.
A Dios, que nos ha amado tanto que ha enviado a su Hijo Unigénito por nuestra salvación y nos invita a ser profetas para todos los hombres, dirijamos nuestras súplicas diciendo:
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo.
- Por la Iglesia, para que con sus obras demuestre ser la depositaria de la fe y acoja con amor en su seno a todos aquellos que quieren buscar a Dios. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y todos los sacerdotes, para que sean mensajeros de la Palabra de salvación, indicándole a la Iglesia el camino que ha de seguir para alcanzar la vida eterna. Oremos.
- Por los misioneros, para que, como Juan, sean profetas del Señor con su vida y que ante el rechazo y la incredulidad del mundo, no retrocedan, sino que perseveren en su vocación, luchando por la salvación del mundo hasta el final de los tiempos. Oremos.
- Por todos nosotros, para que nos convirtamos en mensajeros de Dios para llevar su mensaje de salvación a todos aquellos hermanos nuestros, que conocemos y sabemos que viven alejados de Dios, sin querer saber nada de su Reino ni de su venida. Oremos.
Presidente: Oh Dios, que reconfortas al hombre que sufre, escucha nuestras oraciones y conduce a tu Iglesia por la vía hacia el Reino de los cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
El vino y el pan son llevados en este momento al altar. Presentemos también nuestras ilusiones y esperanzas. Cantemos todos.
Comunión
Juan, alabado por Jesús el día de hoy, es el profeta que nos manda a preparar los caminos del Señor, a allanar sus senderos. Preparemos en este momento nuestro corazón para recibirle en la comunión. Vayamos con fe y devoción a comulgar.
Final
Hermanos, en este tiempo de Adviento Dios sigue repitiendo su llamado a todos nosotros para que nos acerquemos más decididamente a su amor y nos acojamos a su misericordia. Retornamos a nuestros hogares, motivados para acercarnos más a Dios y ser sus profetas en medio de este mundo esclavizado por el pecado, el poder y el materialismo.
Les esperamos al día de mañana.
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Fuentes: Aldazábal, J. Enséñanos tus Caminos 1. Adviento y Navidad día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Adviento y Navidad, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.