Monición de entrada
Queridos hermanos, es un honor recibirles en la casa del Señor para celebrar la santa misa, con la que cerramos la tercera semana de Cuaresma.
La Cuaresma es tiempo de conversión y la Palabra de hoy nos continúa insistiendo en que debemos ser humildes, reconocer nuestras culpas y enderezar nuestros caminos hacia el Señor.
Dispongámonos a ser transformados por Dios y comencemos esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Oseas 6, 1-6)
El profeta Oseas sigue llamándonos a convertirnos a los caminos de Dios, a una conversión que no tiene que ser superficial, por interés o para evitar el castigo, ni consistir en ritos exteriores, sino en actitudes interiores. Escuchemos este llamado que es para nosotros también en este tiempo de Cuaresma.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6
Vamos a volver al Señor:
él, que nos despedazó, nos sanará;
él, que nos hirió, nos vendará.
En dos días nos sanará;
al tercero nos resucitará;
y viviremos delante de él.
Esforcémonos por conocer al Señor:
su amanecer es como la aurora,
y su sentencia surge como la luz.
Bajará sobre nosotros como lluvia temprana,
como lluvia tardía que empapa la tierra.
«¿Qué haré de ti, Efraín?
¿Qué haré de ti, Judá?
Vuestra piedad es como nube mañanera,
como rocío de madrugada que se evapora.
Por eso os herí por medio de los profetas,
os condené con la palabra de mi boca.
Quiero misericordia, y no sacrificios;
conocimiento de Dios, más que holocaustos».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 50)
El salmo 50 nos invita a reconocer nuestros pecados, preparándonos ya para la escucha del texto del Evangelio. Por eso digamos con el salmista:
Salmo responsorial: Salmo 50, 3-4. 18-19. 20-21 ab
R. Quiero misericordia, y no sacrificios.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.
Monición al Evangelio (Lucas 18, 9-14)
Mediante una parábola evangélica, Jesús nos da una lección de cómo debe ser nuestra postura ante Dios para ser perdonados de nuestros pecados. Preparémonos con el canto para recibir esta enseñanza.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:
—«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Conscientes de que somos pecadores y estamos necesitados del perdón como, el publicano en el templo, oremos a Dios con corazón humilde diciendo:
Ten piedad de nosotros, Señor, y escúchanos.
- Por la Iglesia, para que sea siempre una casa que acoge a todos los hijos de Dios que en el sacramento de la Reconciliación vuelven al Señor con humildad y confianza. Oremos.
- Por el Santo Padre y por los obispos colaboradores suyos, para que el Señor les conceda una fe viva y los fortalezca en la perseverancia y en el servicio, para que den testimonio con toda su vida de la alegría que surge de una oración humilde, asidua y confiada. Oremos.
- – Por todos aquellos que cada día se empeñan en llevar la paz entre los pueblos, entre las naciones y en sus ámbitos de vida, para que nunca les falte la esperanza y la fuerza de ser los primeros en amar y a pesar de todo, para que se rompa la espiral de violencia y racismo. Oremos.
- Por los que sufren discriminación, para que Dios les brinde su amor incondicional y se sientan acogidos por hombres de bien que les hagan sentirse valorados en la sociedad y en la Iglesia. Oremos.
- – Por nosotros aquí presentes, para que el amor del Padre y el ejemplo de la oración del publicano en el templo, susciten en nosotros un profundo arrepentimiento y una auténtica conversión, y nos den la gracia de retornar a Dios con corazón sencillo y sincero. Oremos.
Presidente: Padre bueno, que lees en lo profundo del corazón, escucha nuestras necesidades y ayúdanos a llegar a la Pascua con una fe cada vez más sincera y profunda. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Pedimos a Dios que tenga compasión de nosotros, pecadores y que reciba las ofrendas de pan y vino que llevamos ahora al altar. Cantemos todos.
Comunión.
Volvámonos a Dios y vayamos a recibirle en la sagrada eucaristía. Cantando con fe acudimos a comulgar.
Final
Queridos hermanos, todos somos pecadores y necesitamos de la misericordia de Dios. Vayamos a vivir en humildad.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.