Monición de entrada
Para el 10 de agosto de 2023, ver Moniciones y Lecturas San Lorenzo, Diácono y Mártir.
Queridos hermanos, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para la celebración eucarística, en el jueves de la décimo octava semana, jueves eucarístico y de oración por los sacerdotes.
Estamos aquí, para participar en la Santa Misa, porque también nosotros, como Pedro, creemos que Jesús es «el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Con esa seguridad, comencemos nuestra celebración entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Para el 10 de agosto de 2023, ver Moniciones y Lecturas San Lorenzo, Diácono y Mártir.
Monición a la primera lectura (Números 20, 1-13)
Hoy leemos el último episodio del libro de los Números (mañana comenzaremos el Deuteronomio). El desierto resulta realmente incómodo, y cuando no falta una cosa, falta otra. Hoy es el agua para las personas y para el ganado lo que lleva al pueblo de Israel a un nuevo brote de rebelión y protesta. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 20, 1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron.
Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con Moisés, diciendo:
—«¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni granados ni agua para beber?».
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro, y, delante de ella, se echaron rostro en tierra. La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés:
—«Coge el bastón, reúne la asamblea, tú con tu hermano Aarón, y, en presencia de ellos, ordenad a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias».
Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón, reunió la asamblea delante de la roca, y les dijo:
—«Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?».
Moisés alzó la mano y golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundantemente que bebió toda la gente y sus bestias.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
—«Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar».
(Ésta es fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron con el Señor, y él les mostró su santidad.)
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 94)
Para no ser un pueblo de murmuraciones y desconfianzas, como el descrito en la primera lectura, es necesario que no endurezcamos nuestro corazón. Pidamos esa gracia con el salmo 94, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándoles gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.
Monición al Evangelio (Mateo 16, 13-23)
El texto que escucharemos hoy, del Evangelio de San Mateo, contiene una alabanza de Jesús a Pedro, constituyéndolo como autoridad en su Iglesia y, a la vez, una reprimenda muy dura al mismo Pedro, porque no entiende las cosas de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
—«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
—«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
—«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
—«Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Es posible engañarnos y pensar que estamos siguiendo a Dios sin que en realidad tengamos fe. Así como Moisés, incrédulo, golpeó la roca con el bastón dos veces, así también nosotros podemos no creer en el poder de Dios frente a una situación de desierto y dudar. Por eso, pidamos juntos:
Oh Dios, ten piedad de nosotros.
- Por la santa Iglesia, que esté fundada sobre la roca viva que es Cristo, arraigada en los sacramentos, purificada con el agua y vivificada por la sangre del Hijo de Dios, nuestro mediador. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, para que el Espíritu Santo infunda en él sabiduría, inteligencia y coraje en la lucha, para edificar la Iglesia según el corazón y la voluntad de Dios. Oremos.
- Por los políticos, especialmente los de nuestro país, para que olviden los intereses personales y los favoritismos, que no caigan en lógicas humanas aburguesadas, sino que sean promotores del bien social que proviene de la justicia según Dios. Oremos.
- Por los rebeldes y los eternos insatisfechos, para que se aplaquen sus fermentos y se abran sus ojos, para que, renovados en el espíritu, puedan comprender las obras del Padre sin dudar de su cercanía. Oremos.
- Por todos nosotros, reunidos en torno al altar del Señor, para que nos esforcemos cada día por conocer más a Jesús y confesar nuestra fe en Él ante el mundo. Oremos.
Presidente: Acoge, Señor, nuestras súplicas. Te lo pide tu Iglesia, segura de tu perseverante misericordia. Tú eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino, presentemos también al Señor todas aquellas cosas que suceden en nuestra vida, que no las comprendemos y nos empujan a rebelarnos contra Dios.
Comunión.
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo», ha sido la confesión de Pedro. Ese mismo Jesús, en quien nosotros creemos, está presenten en el pan eucarístico que compartimos. Vayamos a recibirle.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia