Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean todos bienvenidos a la celebración eucarística de hoy, miércoles de la séptima semana del tiempo ordinario.
La liturgia de hoy nos despierta el entusiasmo por la sabiduría. No somos dueños del Espíritu Santo ni monopolizadores del mismo. Dejemos que actúe en todos, conforme a su voluntad y comencemos nuestra misa cantando todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Sirácida 4, 12-22)
En el texto que escucharemos hoy, del libro de Sirácida o Eclesiástico, el autor enumera una serie de ventajas que les vienen a los que aman la sabiduría y la consiguen. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Sirácida 4, 12-22
La sabiduría instruye a sus hijos,
estimula a los que la comprenden.
Los que la aman, aman la vida,
los que la buscan alcanzan el favor del Señor;
los que la retienen consiguen gloria del Señor,
el Señor bendecirá su morada;
los que la sirven, sirven al Santo,
Dios ama a los que la aman.
Quien me escucha juzgará rectamente,
quien me hace caso habitará en mis atrios;
disimulada caminaré con él,
comenzaré probándolo con tentaciones;
cuando su corazón se entregue a mí,
volveré a él para guiarlo
y revelarle mis secretos;
pero, si se desvía, lo rechazaré
y lo encerraré en la prisión;
si se aparta de mí, lo arrojaré y
lo entregaré a la ruina.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 118)
El tema del camino liga levemente el salmo a la lectura que acabamos de escuchar. Surge otra vez el paralelo sabiduría-ley. Con el salmo 118, alabemos a Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 118, 165. 168. 171. 172. 174. 175
R. Mucha paz tienen los que aman tus leyes, Señor.
Mucha paz tienen los que aman tus leyes,
y nada los hace tropezar. R.
Guardo tus decretos,
y tú tienes presentes mis caminos. R.
De mis labios brota la alabanza,
porque me enseñaste tus leyes. R.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos. R.
Ansío tu salvación, Señor;
tu voluntad es mi delicia. R.
Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien. R.
Monición al Evangelio (Marcos 9, 38-40)
Jesús sigue educando a los suyos. En el texto evangélico de hoy, les enseña que no tienen que ser personas celosas ni caer en la tentación del monopolio de nada .
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 38-40
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».
Jesús respondió:
—«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Hermanos, el deseo del Padre es que seamos una única familia. Pidámosle el don de la unidad y oremos juntos diciendo:
Escucha nuestra voz, Señor.
- Por la Iglesia: que los cristianos no se encierren en sí mismos, sino que sepan reconocer en cada religión los valores que los unen con todo ser humano. Que se comprometan a orar por la unidad y a realizar gestos concretos de acogida. Oremos.
- Por el Santo Padre y los sacerdotes: que cada día se sientan escogidos por el Señor y que en cada situación sean signo y presencia de Aquel que los ha enviado, acompañando y protegiendo a cada fiel. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones: para que en todo momento trabajen por conseguir la paz en cada nación y el mundo; que nunca busquen satisfacer sus intereses egoístas, sino que busquen el diálogo y el común acuerdo. Oremos.
- Por los que viven en las tinieblas del pecado y vacilan en la fe. Que el Señor haga sentir su presencia junto a ellos y les dé la fuerza para empezar a luchar de nuevo contra el mal, seguros de que con su ayuda podrán alcanzar la salvación. Oremos.
- Por nuestra sociedad: que cada ciudadano se sienta responsable por el bien común; que actúe con justicia y en la verdad, consciente de que solamente si estamos juntos podemos valorar la unicidad de cada persona y formar una sociedad basada en la verdadera solidaridad. Oremos.
Presidente: Escucha, Padre, la oración que esta comunidad te dirige y concédele la fuerza de sentir siempre tu amor. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Presentación de las Ofrendas
Por la generosidad de Dios y el trabajo del hombre, obtenemos los frutos del campo, que nos permiten llevar al altar nuestras ofrendas de vino y pan. Cantemos.
Comunión.
Jesucristo, que siempre tiene paciencia y un corazón generoso con nosotros, nos invita a participar de su banquete. Acudamos cantando a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá.