Monición de Entrada
Queridos hermanos, en el viernes de la sexta semana del tiempo ordinario, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa.
Seguir a Jesús no es nada fácil. Ya nos hemos encontrado con tropiezos en el camino. Estamos aquí porque queremos seguir aprendiendo de nuestro Maestro y hoy nos instruirá sobre las dificultades que implica seguirle y servirle.
Dispongamos todo nuestro ser para dejarnos instruir por el Señor y comencemos con devoción esta santa eucaristía cantando todos. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 11, 1-9)
Finalizamos hoy la segunda semana de la lectura del Génesis, reflexionando sobre otra de las causas del pecado, que trastorna los equilibrios y las armonías. Desde un punto de vista religioso, escuchemos la explicación del origen de la diversidad de lenguas en el mundo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 11, 1-9
Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras.
Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros:
—«Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos».
Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento.
Y dijeron:
—«Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra».
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo:
—«Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo».
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
Los planes del hombre, basados en el egoísmo y el orgullo, como el que nos narraba la primera lectura, son destruidos por Dios. Así lo confirma el salmo 32. Unámonos al salmista diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 32, 10-11. 12-13. 14-15
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R.
Monición al Evangelio (Marcos 8, 34—9, 1.)
Después de la reprimenda que Jesús dirigió a Pedro, como lo leíamos en el Evangelio de ayer, hoy anuncia Jesús, con claridad y para que nadie se lleve a engaño, las exigencias de seguirle.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 34—9, 1.
En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
—«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles».
Y añadió:
—«Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Cada uno de nosotros es llamado por el Señor a salir de sí mismo y a renovar el deseo de seguirlo sin condiciones. Pidámosle con fe diciendo todos:
Enséñanos a ir detrás de ti, Señor.
- Por la Iglesia, especialmente por aquellos cristianos que son llamados a testimoniar la fe al precio de su vida, para que la certeza de que la vida donada por el Evangelio es una vida salvada los consuele, los sostenga y los haga semilla fecunda en el mundo. Oremos.
- Por el Papa, obispos y sacerdotes, para que, entendiendo todo el sacrificio que implica seguir a Jesús y ser su servidor, acepten con amor y entrega total todas las pruebas que encuentren en su labor pastoral, reciban la fuerza del Espíritu Santo para superarlas y den testimonio valiente del Señor, a quien sirven. Oremos.
- Por los cristianos que tienen cargos políticos, para que, siendo coherentes con las enseñanzas evangélicas y sin avergonzarse de ser parte de la Iglesia, se preocupen por el bien común y por la promoción total de la persona. Oremos.
- Por los que sufren a causa de una enfermedad, para que vivan su condición como un camino privilegiado de seguimiento del Señor, considerando que sus padecimientos, asociados a los de Cristo, suben al Padre como ofrenda grata a su presencia. Oremos.
- Por todos nosotros, para que la escucha de la Palabra que Dios nos ha transmitido hoy, nos reanime en nuestra entrega al al servicio del Reino de Dios y no desfallezcamos cuando nos suceden cosas que no nos agradan y tampoco entendemos, sino que las ofrezcamos por nuestra redención y la del mundo entero, sabiendo que seguir a Jesús implica un sacrificio y renuncia a ciertas comodidades de este mundo. Oremos.
Presidente: Señor, de que nos has mostrado la vía para seguirte, concédenos la gracia perseverar en ella y de poder gozar desde ya la visión beatífica de tu Reino. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.», nos ha dicho el Evangelio de hoy. Con las ofrendas de pan y vino, que son llevadas al altar, presentemos también nuestra renuncia a las comodidades de este mundo, para tomar la cruz de Cristo y seguirle con amor.
Comunión
«Él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones», hemos dicho con el salmista hoy. Dispongamos nuestro corazón para recibir al Señor, acudiendo a comulgar. Cantemos todos.
Final
Queridos hermanos, seguir al Señor es una decisión que nos traerá mucha alegría y es el ideal más noble que podemos abrazar, pero es exigente. Al finalizar esta misa nos vamos con el propósito de tomar con amor la cruz de Cristo y seguirle incondicionalmente.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.