Monición de entrada
Queridos hermanos, sean bienvenidos a la celebración de esta santa misa, en el sábado de la decimoprimera semana del tiempo ordinario.
Como todos los sábados, también recordamos a nuestra Madre Santísima, la Virgen María. Hoy alabamos a Dios con ella, por todas las maravillas que hace en nuestra vida.
Por eso comencemos, agradecidos, entonando jubilosos el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 18, 1-15)
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 18, 1-15
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:
—«Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo».
Contestaron:
—«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
—«Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza».
El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron:
—«¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
—«Aquí, en la tienda».
Añadió uno:
—«Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda.
Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos.
Sara se rió por lo bajo, pensando:
—«Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer con un marido tan viejo?».
Pero el Señor dijo a Abrahán:
—«¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: «Cómo que voy a tener un hijo, a mis años»?
¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Pero Sara, que estaba asustada, lo negó:
—«No me he reído».
Él replicó:
—«No lo niegues, te has reído».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Interleccional: Lucas 1…)
Lo que recoge el canto del Magníficat está todo reconcentrado en la historia de Abrahám y la estéril Sara. Dios hace proezas porque para Él no hay nada imposible. Por eso digamos todos:
Interleccional: Lucas 1, 46-47. 48-49. 50 y 53. 54-55
R. El Señor se acuerda de la misericordia.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es Santo. R.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R.
Monición al Evangelio (Mateo 8, 5-17)
Ayer leíamos la curación del leproso, cuando Jesús bajaba del monte del sermón. Hoy escuchamos dos milagros más, que nos demuestran que para Dios no hay nada imposible.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Jesús le contestó:
—«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
—«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Y al centurión le dijo:
—«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído».
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Él tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El Señoor pasa cada día por nuestra vida. Salgamos a su encuentro, acojámoslo y pidamos que nos dé su salvación. Digamos:
Señor, escúchanos.
- Por la Iglesia, para que sea incansable en el anunciar al hombre la misericordia de Dios, para que a todos pueda ser ofrecido el don de la sanación que Cristo ha venido a traer al mundo. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, para que toda actividad que realicen en el ejercicio de su deber, se mueva por la honestidad, rectitud, y responsabilidad. Oremos.
- Por los niños huérfanos y abandonados, para que se les dé la posibilidad y la esperanza de crecer con una perspectiva de vida y no de muerte, de paz y no de violencia, de amor y no de odio, de respeto y gratuidad y no de agresión y abuso. Oremos.
- Por esta comunidad, para que no caigamos en la tentación de guardar para nosotros los dones cotidianos que el Señor nos hace, sino que los compartamos generosamente en el servicio solícito a los hermanos. Oremos.
Presidente: Aumenta nuestra fe, Señor, para que, confiando en tu presencia y en tu Palabra, podamos ver y gustar los milagros que haces en la historia. Tú eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Proclamando la grandeza del Señor, llevemos al altar nuestras ofrendas de pan y vino.
Comunión.
Hermanos, de poco nos serviría repetir las palabras del centurión en cada eucaristía antes de comulgar si no copiamos su disposición anímica: fe impregnada de humildad. Con la humildad de saber lo que somos y que vamos a recibir nada más ni menos que al mismo Dios, vayamos a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.