Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos llena de mucha alegría tenerles en la casa de Dios, para la celebración eucarística del martes de la primera semana del tiempo ordinario.
Desde los inicios de su vida pública, los oyentes de Jesús se dan cuenta de la autoridad con la que habla. Abramos nuestros corazones a la autoridad de esa Palabra, para escucharla y atesorarla, y comencemos esta celebración con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1Samuel 1, 9-20)
Seguimos con la lectura de la carta a los Hebreos, que, en el texto de hoy, nos hace una exposición sobre las relaciones que existen entre Jesús, mediador de la nueva revelación, y los ángeles, mediadores de revelaciones precedentes. Escuchemos con atención.
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PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de Samuel 1, 9-20
En aquellos días, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó y, desconsolada, rezó al Señor deshaciéndose en lágrimas e hizo este voto:
—«Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu esclava, si te acuerdas de mí y no me olvidas, si concedes a tu esclava un hijo varón, se lo ofreceré al Señor para toda la vida y la navaja no pasará por su cabeza».
Mientras repetía su oración al Señor, Elí la observaba. Ana hablaba para sus adentros: movía los labios, sin que se oyera su voz. Elí, creyendo que estaba borracha, le dijo:
—«¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Devuelve el vino que has bebido».
Ana respondió:
—«No es eso, señor; no he bebido vino ni licores; lo que pasa es que estoy afligida y me desahogo con el Señor. No me tengas por una mujer perdida, que hasta ahora he hablado movida por mi gran desazón y pesadumbre».
Entonces dijo Elí:
—«Vete en paz. Que el Señor de Israel te conceda lo que le has pedido».
Y ella respondió:
—«Que tu sierva halle gracia ante ti».
La mujer se marchó, comió, y se transformó su semblante.
A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al señor y se volvieron.
Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer, Ana, y el Señor se acordó de ella.
Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo:
—«¡Al Señor se lo pedí!».
Palabra de Dios.
Monición al Interleccional (1Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd)
El modo de actuar de Dios, que realiza su fuerza en ¡a debilidad de las criaturas, lo hemos visto repetido en el caso de Ana la estéril que, por gracia de Dios, va a concebir. La experiencia de los favores de Dios con nosotros nos hace gritar de júbilo, anunciando a todos la misericordia de Dios salvador. Por eso digamos todos:
Interleccional: 1Samuel 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.
El levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.
Monición al Evangelio (Marcos 1, 21-28)
El Evangelio de San Marcos nos habla sobre la impresión que causa Jesús sobre sus oyentes por su forma de predicar. Impresión que aumenta más por el inmediato encuentro de Jesús con un poseso, en el que deja una clara revelación de su poder sobre el mal.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
—«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
—«Cállate y sal de él».
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
—«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen».
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor que conoce nuestras inquietudes, miedos e incredulidades, confiemos lo que está en nuestro corazón. Con nuestra fe puesta en Él, digamos:
Señor, líbranos del mal.
- Por el Papa, los sacerdotes, los religiosos y por todos los bautizados, para que siempre tengan la conciencia y el compromiso de discernir el espíritu del mal que continuamente tienta a los hijos de Dios, para combatirlo con las armas de la oración y de la perseverancia. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, para que tengan siempre la iniciativa de buscar al Señor en la oración, siempre que tengan que tomar decisiones trascendentales para cada país. Oremos.
- Por los esposos, para que como Elcaná y Ana sepan cuidar el espacio de la oración, cultivando su amor recíproco a la luz de la fidelidad de Dios. Oremos.
- Por los que son dominados por la dependencia del juego, de la droga, del alcohol, del sexo. Que el Señor arranque de sus corazones la oscuridad que les impide ver el mal y puedan reconquistar la libertad de los hijos de Dios. Oremos.
- Por todos nosotros, que a menudo nos alienamos en la prisa y la eficiencia, para que, como los que escuchaban a Jesús en la sinagoga, podamos aprender nuevamente a maravillarnos y a gozar de la escucha serena y orante de la Palabra de Dios. Oremos.
Presidente: Señor de la vida, que quieres que seamos libres de los espíritus del mal, te hemos presentado nuestras oraciones. Escúchalas, si son según tu voluntad. Tú eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Llevemos ahora al altar las ofrendas de pan y vino. También ofrecemos al Señor nuestra ofrenda económica. Cantemos todos.
Comunión
Jesús, que hoy nos ha hablado con autoridad, nos invita también a su banquete. Acerquémonos con fe a comulgar.
Final
Queridos hermanos, Jesús nos ha sorprendido hoy con su poder y la autoridad con la que nos ha predicado su Palabra. Que esa emoción nos lleve a poner en práctica lo que hemos escuchado.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.
