Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la casa de Dios para la celebración eucarística, en el martes de la vigésimo primera semana del tiempo ordinario.
La Palabra de Dios nos llama a limpiar nuestro interior. Abrámonos a esa gracia y comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Tesalonicenses 2, 1-8)
En el texto que leemos hoy, de la carta a los Tesalonicenses, San Pablo alude a las dificultades que encontró durante los meses que pasó en Tesalónica y que le obligaron a huir, junto con Silas, por la violenta oposición de los judíos, celosos del éxito de su predicación. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-8
Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor —apoyados en nuestro Dios— para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.
Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 138)
Esta parte del salmo 138, puesta como respuesta a la lectura en la que san Pablo nos ha abierto su corazón de apóstol, nos lleva a reflexionar sobre la sinceridad de su confesión. Abramos también nosotros nuestro corazón y unámonos al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 138, 1-3. 4-6
R. Señor, tú me sondeas y me conoces.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco. R.
Monición al Evangelio (Mateo 23, 23-26)
Hoy leemos la cuarta y quinta de las censuras de Jesús contra escribas y fariseos; la primera de ellas se refiere al pago de los diezmos y la segunda a la limpieza ritual.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:
—«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Confiados en la bondad del Padre, entreguémosle nuestras oraciones y supliquemos diciendo:
Muéstranos tu rostro, Señor.
- Por la Iglesia, para que todo cristiano adquiera cada vez mayor conciencia de sus límites y de sus pecados. Que redescubra en la oración perseverante el amor del Padre que perdona todo error, y se comprometa a ir más allá de las apariencias y a mirar a los otros y a sí mismo con los ojos de Dios. Oremos.
- Por el papa, obispos y sacerdotes, para que vivan su vocación como un signo de la confianza que el Padre tiene con respecto a ellos. Que la oración y las obras de apostolado para la salvación de las almas sean el objetivo de todas sus jornadas y, dejándose guiar por el Espíritu, sepan enfrentar con serenidad y paz toda dificultad. Oremos.
- Por los que tienen cargos de responsabilidad e el gobierno de las naciones, para que el bien de las personas que les han sido confiadas los impulse a ponerse en la escucha del Señor y a discernir su voluntad. Que trabajen en la humildad y con pureza de corazón, sin nunca abusar de su autoridad y sin buscar dinero y poder. Oremos.
- Por todos nosotros aquí presentes, para que aprendamos a no prestar oídos a nuestra necesidad de ser los primeros y de aparecer, sino que fundemos nuestras elecciones solamente en el Señor, con la certeza de que sólo en El podemos vivir en plenitud. Oremos.
Presidente: Oh Dios, no mires nuestros pecados, sino ayúdanos a abrir nuestros corazones a la conversión y a caminar por la senda cada día. Por Cristo nuestro Señor. Amén. que tú nos muestras
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Presentación de las Ofrendas
Comunión.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.
